Los dos amigos decían:
-Y sí fue. Y después, ¿cómo pararlos?
Cuando Adriano hizo esa pregunta su voz lo sacudió por dentro: "No te olvides nunca de las víctimas, de los torturados o brutalmente lanzados al mar desde los aviones... No te olvides tampoco de sus familiares, pues nadie puede ni siquiera imaginarse los extremos de dolor y sufrimientos que soportan. No te olvides, porque si lo haces, dejarás que mueran del todo y nunca más se hará justicia con ellos..." Entonces comentó:
-Y todo lo que no sabemos, lo que nos han ocultado y manipulado con la complicidad de tantos.
-Sí cómplices y adulones que nunca han faltado en cada uno de los conflictos de la historia-remarcó Joao, para agregar-. Yo estoy muy saturado de la falsedad, de tantas hipocresías, y ya no le otorgo a nadie la derecha porque a veces por prudencia uno se calla y cuando ello ocurre más se otorga. Ahora no, ya no me silencio más. Estoy viejo y si tengo que hablar lo hago sin ningún temor.
-A mí me ocurre algo similar y estallo por dentro si no me desahogo. Y esa actitud, me ha costado rupturas con amigos, compañeros de trabajo en su momento, y hasta con familiares y clientes por ser honesto y frontal e ir directamente a defender la verdad que me orienta. Y cuando uno habla y no expresa lo que algunos desean oír, estos se agravian, se ofenden, se apartan, te juzgan, te etiquetan, y te terminan condenando...
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