Su "novio" le repetía insistentemente que los horarios y las rutinas eran para los esclavos, esos pobres diablos que doblaban el lomo por la miseria de un salario y que no eran más que víctimas de los explotadores.
Y ella para mantenerse "libre" le creyó, erguida, para no doblar el lomo como una esclava.
Eran víctimas de su propia esclavitud. Prisioneros de sus mentes enfermas.
Se fueron juntos un día, para que pasado un tiempo, alguien los viera perdidos en medio de las miserias, en un callejón poblado de marginados y con un montón de perros a su alrededor..
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