Lucha de todos sin que nadie tenga el derecho de proclamarse abanderado.
Cada uno sembraba a su modo y como podía, un grano de mostaza que tarde o temprano resplandecería con su fronda en la cosecha de la dignidad restaurada.
En América lo sabemos bien, como en otras partes del mundo hay injustas desigualdades, desolación, hambre, despojos, olvidos, tráfico de órganos y muchísimos martirios más.
Y yo no puedo silenciar esas cosas. Porque fueron las malas conducciones las que propiciaron tantas barbaridades, abriéndoles las puertas a las crisis que no evitaron, por las que luego se produjeron y se producen los estallidos sociales de los que se aprovechan los que siempre están al acecho medrando en las sombras...
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