Pero hay veces en que la prudencia es esencial,no detiene al coraje ni a la bravura, pero puede administrarlas. Y así fue cómo el pueblo uruguayo se hizo presente cuando correspondió y donde fuera, para reunirse estudiantes, trabajadores, intelectuales, empresarios, amas de casa, familiares de desaparecidos, en las iglesias, para trabajar por el retorno a la normalidad democrática, arriesgándose, jugándose la vida por el despertar a la libertad que le habían arrebatado unos pocos soberbios armados, aprovechándose de los mandos medios más directamente vinculados con los cuadros combatientes.
Mucho podríamos hablar de esos mandos medios, respecto a cómo no voltearon a los que comandaron la terrible osadía dictatorial. Pero eso se lo dejo a los historiadores, al revisionismo que algún día le pueda aclarar tantas cosas a su pueblo, aunque la verdad se sepa algunas generaciones después...
Hubo una lucha silenciosa, tenaz, más allá del sonido de las cacerolas. Hicimos lo que hemos podido, pero no fueron menores los méritos ni la guapeza de quienes tuvieron oportunidades diferentes desde el exilio externo, sensibilizando a gobiernos, llevando adelante también su lucha por la reconquista, o escribiendo libros que testimonian para la posteridad la justicia de nuestras luchas, también repletas de mártires...
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