viernes, 31 de diciembre de 2010

¡Qué horror...!

Claro que no me endormezco en los fatalismos de este presente tan brutal.
Justamente para evitarlos, para combatirlos en lo que esté a mi alcance, es que esta vez deseo detenerme, aunque sea por un instante, en las burdas mentiras que nos quieren hacer creer, quienes vivien aferrados a los miasmas de sus propias miserias.
Hacen cualquier cosa con tal de aferrarse al poder y al dinero con actitudes aberrantes, esos señores del sistema financiero y político sin moral a quienes poco o nada les importa el hombre común, el ser de a pie, la gente de la calle, los más que son los que a mí más me importan.
¡Qué horror...! Qué desvergüenza, que hipocresía, porque esos sí siembran un terrorismo descalificante, abrazados al mercado, a enturbiar las aguas, a sembrar el desconcierto para que después, borrando con el codo lo que han afirmado, terminan recibiendo órdenes del sistema, de los más poderosos, cuando vivieron prisioneros de sus propios dogmas, para terminar en esclavos de sus propias palabras, mintiendo, siempre mintiendo y fingiendo.
Efluvios con muy mal olor, miserias, mentiras, miasmas inconfundibles, pero no todos somos tontos para creer en sus falsos discursos, y darles la espalda así sin más para que nos apuñalen de atrás...
Por ahora eso. No es fecha para tantas oscuridades, sino para sembrar en lo que podamos, un poco de despertar en los adormecidos, a quienes se les quiere mantener así, que es lo que más les conviene a los que apuestan por el oscurantismo mental para que no los descubran.
Para ser realmente "libres" hay que cultivarse y luchar, jamás claudicar...

jueves, 23 de diciembre de 2010

Esas sí son malas palabras...

Hay veces que uno emplea términos en un momento de enojo que son considerados "malas palabras".
Pero pensándolo bien, "malas palabras" son: guerra, pobreza, traición, desesperanza, engaño, corrupción, materialismo salvaje, mercaderes de la muerte, soberbia, y tantas otras más de las que son víctimas tantos pueblos de la tierra.
Hoy más que nunca, escudados en la grave crisis internacional, muchos omiten que ella no es sólo económica, sino moral, provocada por las malas conducciones de los pueblos, por las ambiciones más despiadadas, por la insensata usura del sistema financiero, por los imperios del "poder" y del "tener" que arremeten con furia arrasadora indiferentes al sufrimiento y al despojo de los más, y de los mas necesitados...

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Para reafirmar mi determinación...

Luego de una ausencia de varios meses, vuelvo hoy a este registro en el que desde hace un tiempo vengo volcando, como una alternativa más de comunicación y diálogo, mis sentimientos más hondos.

Más allá de mis libros en los que puse mi alma al desnudo, este medio lo concebí para no guardarme nada. Es decir, sintiendo el secreto encanto de expresarme y dialogar con quienes lo entendieran posible aún en la discrepancia.
Pero tuve que silenciarlo al silenciarme por varios meses, a partir de una caída desde la escalera interior de nuestra nueva vivienda en España, con el resultado de una triple quebradura del brazo izquierdo, una intervención quirúrgica y dos placas con cinco tornillos que me están acompañando en mi recuperación hasta ahora con normalidad.
No me quejo, jamás lo he hecho. Nunca pierdo tiempo ni mirando ni pensando hacia atrás. Soy de los que solamente conciben ir hacia adelante. Y para reafirmar mi determinación, estoy otra vez en la brecha, o haciendo huella en algún camino que se hace siempre con nuestro andar...
Lo mío fue un accidente, o poco más que eso. O mejor dicho, apenas eso. Otros sufren mucho, pero mucho más que yo y soportan quebrantos durante toda su vida. Así que siempre estaré dispuesto a remangarme o remar mar adentro que es más o menos la misma cosa, buscando superarme, multiplicándome...
Desde ahora en adelante, intercalaré citas de mis libros con intervenciones que me permitan no alejarme de los hechos cotidianos que se sucedan donde sea, en mi tierra, en España, en Europa, en el mundo..., como forma de abrir las ideas y oxigenarlas, al considerarlo imprescindible en este presente tan confuso y tan absurdo que nos toca vivir.