sábado, 14 de abril de 2012

Mis rechazos a las indiferencias...

Hoy deseo referirme así en general a los demonios del mal, a aquellos que no le permiten límites a su maldad.
Sus células en este caso enfermas se expanden sin cesar cada vez más, hiriendo los tejidos sociales de la humanidad.
Contra ellos me pongo y me expongo una vez más frontalmente en mi atardecer sin temores como ha sido siempre en mi vida, consecuente con mis rechazos a las indiferencias, y así responder a mi empecinada determinación de ignorar las retaguardias donde se esconden los que no se involucran.
Me refiero a una maldad lacerante, multiplicada, globalizada, y en tantos casos, genocida.
Miserables ejemplos de ello suceden con las salvajes explotaciones de aquellos vapuleados por los desalmados de diversas formas, o con las drogas que ya matan poco a poco y de por sí el cuerpo y el alma de los que fatalmente claudicdan, y todavía ahora las contaminan los miserables...
Para envenenar más, para lucrar más, para asesinar más siniestramente.
Pero esos casos son apenas unas manchas negras más de la gran negrura de la maldad. Ya no caben dudas ni inocentes posturas ni falsas justificaciones, puesto que gran parte de este mundo que nos toca vivir, es perverso, pero de la más perversa perversidad.
Intuyo que hay algo cruel, un entramado que pretende estar por encima de todo y de todos, manipulando y digitando las vidas y miserias con las que se nutren las insaciables voracidades de quienes están en las cúspides piramidales de sus inmensos poderes materiales sin alma, y de sus globales penetraciones que son como dagas envenenadas que van agujereando los tejidos sociales y neutralizando las mentes como más les conviene para no dejarnos pensar.
Las miserias de los hombres sobre la dignidad del hombre, me llevaron a escribir con pasión cuando tenía 38 años. A partir de ese momento, nunca más pude detenerme.
Y ahora en este mi atardecer colmado de rebeldías, sigo remando mar adentro sin importarme las turbulencias embravecidas de los que atropellan o pretendan detenerme.
No lo conseguirán, sólo podrá frenarme el último suspiro.
Soy plenamente consciente del difícil desafío que me impongo al escribir, es tarea muy compleja y a veces, arriesgada.
Pero a mi edad, solamente me importa darle rienda suelta a los contenidos de mi ser definiendo mis necesidades y mis alarmas en sucesivos intentos, sin apartarme en los hechos cotidianos de la coherencia entre mis dichos y los testimonios de vida a los que me apliqué con sencilla humildad sin pretender darle lecciones a nadie, pero con el coraje de no silenciar los gritos que van surgiendo de mi alma.
Cuando empecé a escribir mis primeras expresiones fueron:
"Después de transistar extenso trecho del sendero de la vida, renace en mí un deseo reprimido de expresarme, así, sin saber con certeza por qué..."
Y ahora, 37 años después expreso:
"Después de transitar tantos años por las calles de la vida y a través de diferentes fronteras, se renuevan en mí los brotes de mis certezas, con las que penetro al atardecer sin tenerle miedo a las sombras tóxicas que vomitan los malvados..."
Y como no les temo, los enfrento.
Con la fuerza de mis convicciones, deseo romper con ese falso mito de que la carga de los años excluye a tantos del ring donde se pelea la vida. En mi caso eso no ocurrirá. Es por ello que me entreno en cada aurora por dentro, para ser útil hacia afuera, arremetiendo contra quienes infamemente desplazan a los que de algún modo claudican o pierden esperanzas y andan doblados por la vida por culpa de quienes les estafan sus esperanzas y acentúan las macabras diferencias que abren cada vez más anchas brechas entre los más ricos como poderosos, y los del llano, los más, dado que son cada día más pobres, más débiles y más olvidados...
Yo también podré doblarme, pero no me quebraré, y mucho menos por dentro.
Yo también podré apoyarme en un bastón algún día, pero no me detendré ni silenciaré mis luchas que durarán lo que se extienda mi vida.
Constato que en este presente se envalentonan las sombras bajo las que se esconden cobardamente los malvados. Pero hay gente que se enciende desde las entrañas y no se perturba con la llegada de las oscuridades ni de su atardecer y creo, humildemente, ser uno más de ellos. 
Al contrario y con rebeldías, se proponen ser luciérnagas allí donde las tinieblas acechan con reinados aberrantes.
Por ello y tantas otras razones, estoy desarrollando "Atardecer en rebeldía...", con la que pretendo un aporte más, un grito de alerta más, al lado de tanta gente a quienes los malvados les contagian el alma, les perturban la mente para que no den cuenta de la perversa hipocresía de embriagarles el cuerpo, cuando en realidad les están inyectando veneno, frivolidades, incomprensiones, falsas rebeldías y declinaciones tantas veces sin retorno por las que se rifan la vida que recibieron por el don más que generoso del amor.

miércoles, 11 de abril de 2012

Después..., después ya será tarde.

La vida es una maravilla, aunque nos demande constantes esfuerzos.
Es una dura etapa de sucesivas pruebas, una empinada cuesta que nos demandará imprescindibles opciones, si en realidad tenemos debida conciencia que sólo en ella podremos dar todo lo que esté a nuestro alcance, mientras hacemos paso a paso la aproximación hacia nuestro inevitable destino.
Después..., después ya será tarde.
Con la vida se nos ofrece la oportunidad de crecer, de multiplicarnos, de enmendarnos, de llegar a alcanzar al fin de la cuesta esa zona insondable de claridad infinita. Mientras, tendremos el premio, el anticipo, en los momentos de felicidad, o sentiremos el filo cortante y engañoso de nuestros erráticos pasos.
Todos, y yo en primer lugar, deberemos conquistar el derecho y la obligación de dejar a un lado nuestros caprichos, nuestros empecinamientos, las sombras nuestras que entorpecen el convivir y le hacen tanto daño a nuestros semejantes.
Aprovechemos la vida, no la derrochemos malgastándola con mala fe, negándonos el espacio superior que se nos reserva, porque después, irremediablemente en el después que vendrá, ya será tarde...

martes, 10 de abril de 2012

He caminado por mil senderos...

La vida me ha permitido una condición que considero esencial, y es la de no sobrevalorarme ante nadie ni en ninguna circunstancia, sin perder mi natural sencillez.
Más de una vez sentí la necesidad de expresar mis broncas interiores, por las hipocresías y mentiras que nos mienten al manipularnos en esta globalización tan injusta como engañosa tutelada por quienes nos subestiman.
Pero al ir viviendo y aprendiendo en las aulas a cielo abierto de la universidad de la vida, supe tempranamente que si das de ti todo cuanto puedes y no renuncias a los intentos superiores para los que te han dado la vida, nunca podrán capturarte las miserias de los miserables...
He caminado por mil senderos traspasando fronteras, algunas de ellas tramposas y muy bien montadas por quienes creen que lo pueden comprar todo, y comprobé sus empecinados intentos por depredarlo todo a su alrededor. Pero al fin, sólo conquistan el amiguismo de los incondicionados mediocres convertidos en adulones y amanuenses para llevar adelante sus oscuros designios sin el más mínimo escrúpulo ni respeto por los demás a quienes desprecian trepados a sus falsos pedestales donde se consideran inexpugnables.
Quienes hemos transpirado la vida con sencillez detrás de las rotundas certezas que nos enseñó el largo transcurrir, no nos doblegamos fácilmente ante el embate ciego y despiadado de aquellos que no comulgan con la verdad y consideran al amor y a la fe como meras tonterías.
No es nuestro propósito convencerlos de nada, allá ellos con sus insensibilidades y sus cegueras.
A nosotros nos corresponde no torcer el rumbo, no claudicar, no abandonar la humildad, no negar nuestra solidaridad, aunque las sandalias peregrinas se hagan trizas por haber caminado por mil senderos...

lunes, 9 de abril de 2012

Si abrazas a un traidor, puedes ser traicionado...

Ten mucho cuidado, pueden herirte de atrás, porque así actúan los que son cobardes y traidores.
No les des la espalda, es imprescindible estar alertas con ellos, cuando le abres las puertas a alguien que no se lo merece.
En algún momento se aprovecharán de ti, y puede surgir el ser amañado y mediocre dispuesto a todo con tal de alcanzar un beneficio, puesto que si abrazas a un traidor, puedes ser traicionado...
Es factible que te engañen como a otros han engañado, por esas miserias por las que siempre viven haciendo cálculos mezquinos.
Ellos cuidan mucho las apariencias, se presentan como si fueran bondadosos corderos, cuando en realidad son lobos feroces.
No hay escudo protector que pueda detener a quienes están contagiados con el sidasocial enfermizo que desprecia la normalidad; sólo la rectitud y sencillez del amor los puede detener, pero optaron por renunciar a él eligiendo los caminos más tortuosos y enredados.

domingo, 8 de abril de 2012

Hermanados en la Pascua...

Abrazados, deseándonos lo mejor, y además, iluminados para recorrer sin tropiezos los senderos empedrados de la vida.
Desde lo alto perforan las tinieblas, por ello, hermanados en la Pascua, permitamos que nos lleguen los rayos luminosos de la Resurrección para volver a la vida, a la vida verdadera, la que tiene un verdadero sentido y nos llena de motivos.
Gracias a la vida, una y mil veces gracias, por lo que se nos ha permitido vivir.
Gracias porque tropecé y tantas veces me levanté.
Gracias porque me enseñaron lo que es el verdadero amor.
Gracias por el hijo de ese amor.
Gracias por la nietita que nos transformó la vida.
Gracias por el nietito que está por llegar que nos seguirá elevando nuestra existencia.
Gracias por la familia multiplicada y poblada de afectos.
Gracias por los amigos del alma, siempre junto a nosotros en toda circunstancia.
Gracias porque se nos enseñó a despreciar las miserias.
Gracias por tener hermanos en la fe que nos acompañan en el caminar.
Gracias a la vida, porque me ha dado tanto...