Es una dura etapa de sucesivas pruebas, una empinada cuesta que nos demandará imprescindibles opciones, si en realidad tenemos debida conciencia que sólo en ella podremos dar todo lo que esté a nuestro alcance, mientras hacemos paso a paso la aproximación hacia nuestro inevitable destino.
Después..., después ya será tarde.
Con la vida se nos ofrece la oportunidad de crecer, de multiplicarnos, de enmendarnos, de llegar a alcanzar al fin de la cuesta esa zona insondable de claridad infinita. Mientras, tendremos el premio, el anticipo, en los momentos de felicidad, o sentiremos el filo cortante y engañoso de nuestros erráticos pasos.
Todos, y yo en primer lugar, deberemos conquistar el derecho y la obligación de dejar a un lado nuestros caprichos, nuestros empecinamientos, las sombras nuestras que entorpecen el convivir y le hacen tanto daño a nuestros semejantes.
Aprovechemos la vida, no la derrochemos malgastándola con mala fe, negándonos el espacio superior que se nos reserva, porque después, irremediablemente en el después que vendrá, ya será tarde...
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