Y sin coraje no hay gobernante que pase a la historia.
Cuando uno mira para atrás, no han quedado en ella muchas figuras consagradas. Los más no la alcanzan por no haberse resuelto ir hacia las raíces mismas de los males estructurales que nos han estancado durante décadas, porque ya no nos ven como la Suiza de América ni nosotros sentimos serlo.
Precisamos gobernantes sólidos que no se dobleguen ni canjeen la dignidad de su pueblo con prebendas o efímeros nuevos perfiles de finaciación de la deuda externa, que no hacen otra cosa que tirar la pelota hacia adelante sin auténticas soluciones. No, no surgen abanderados de la salvación, ni candidatos a la grandeza...
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