Un enemigo al principio silente fue minando el esqueleto de las naciones, provocando luego una ruidosa osteoporosis deformante en sus estructuras.
Fue un desastre, una burbuja que a muchos les convino inflar la que explotó, y su honda expansiva se convirtió en un tsunami imparable, arrollador, devastador, bien aprovechado por cierto por los estafadores y usureros de siempre, como resultado de los descalabros de hombres codiciosos que tanto mal han hecho y le hacen a la humanidad.
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