lunes, 31 de octubre de 2016

SOÑÉ CON ALCANZAR ESE MOMENTO...

Con el propósito de continuar con pantallazos de mis "Misceláneas del Alma", abordo hoy el Tomo VI) que se lo dediqué a: "Para Usted, Señor del universo".

Del Prólogo que concebí el 14/9/2001, extraigo los siguientes fragmentos:

"He tensado otra vez el arco, sintiendo el desprendimiento por la flecha que recién lancé con este nuevo intento.

Con los libros que uno escribe pasa algo similar a lo que ocurre con la vida, con los hijos...,, hay que aceptar que hagan su propia vida, y alcancen con sus vuelos las alturas que conquisten...

El desprendimiento se siente aún mucho más, por aquello de que "una cosa es volar, y otra muy distinta, seguirles el vuelo...

Con mis libros, estoy dando mi ser. No espero de ellos otra cosa, sino el retorno fraternal y valioso de un diálogo, una memoria, tan solo un recuerdo, aunque sea para que no me olviden...
Porque si algún día me envuelven los olvidos, estaré definitivamente muerto de verdad, para este mundo temporal.

Sé que con la apertura de este nuevo Tomo, estoy cumpliendo con el llamado no solo de mi corazón, sino con el que se me hace para que cumpla desde mi pequeña sencillez mi rol, en aras de un mundo mejor...

Tengo claro que lograré lo que pueda, pero lo intentaré como esforzado peregrino que va cruzando el largo y seco desierto sabiendo que no puede volver atrás, porque el agua con la que pueda saciar su sed estará siempre adelante, aunque no perciba el horizonte, aunque me cueste transitar el camino del vivir...

Debo sacar de mis entrañas todo aquello con lo que potencialmente me han bendecido, perque no me lo han dado solamente para mi, sino para compartir, para que a través de uno se manifieste también, aunque sea en minúscula escala, la multiplicación de los panes para tantos hambrientos y no solo de pan que andan por ahí, por las calles de la vida, que no se merecen la indiferencia de quienes siempre podemos dar algo más allá de nuestra propia pobreza...

Siempre tenemos algo, por poco que sea, y si no es algo material, puede ser un cariño, una caricia, una actitud de escucha, un silencio digno para que se nos hable, una palabra, un beso, qué sé yo..., tantos intangibles que forman la riqueza que ni sabemos que atesoramos...
Con esos contenidos, Padre, voy al encuentro de mi próxima primera Comunión, casi llegando a mis sesenta y cinco años, soñando con alcanzar ese momento..."

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