Cuando uno asume desde el alma el sacrificado compromiso de ser escritor, te encuentras de pronto con que en tus manos hay un "arma" poderosísima que debes usar con suma cautela pero fundamentalmente con inmenso amor...
Los proyectiles son las palabras y ellas no pueden herir ni rozar la susceptibilidad de nadie, ni descalificar ilusiones o esperanzas, ni agredir el sagrado pensamiento de cada quien.
Yo siempre me inclino por compartir lo que siento con puridad conceptual o intelectual, pero jamás para ofender, y menos para convencer a nadie. Y pongo mucho empeño cuando hablo o escribo, puesto que el destinatario puede no tener las mismas ideas que yo y no debo acosarlo con las mías.
Mis preocupaciones por la fe no son para convencer, son para compartir las certezas de mi corazón, pero aceptando a priori que cada quien tenga y mantenga sus propias posturas y defienda lo que considera sus verdades, aunque no sean las que proclamo...
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