Cosas que se van quedando prendidas de un ayer que no se desata fácilmente, pero que tampoco le impedían cortarse solo y dar vuelta las hojas del tiempo, para enfrentarse a la biblioteca del presente y a los renglones que no soportaba ver vacíos de vida -pensaba Adriano-, y lo impulsaban a poner en ellos lo que sentía.
Sí, vida, u otras vidas, vida antes y después de la muerte, por amor, con fe desbordante, para darle una respuesta a las furias locas de su corazón, que siempre esquivó la sinrazón..., o por lo menos lo intentó, sabiendo que no era ningún santo...
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