El eterno enfrentamiento entre el bien y el mal. ¡Qué lejos están los malvados, del bien que nunca podrán vencer! Nunca podrán con el amor, ni con el poderoso ejército sin ruidos de los que se alinean en él, seguros de que no hay mayor posibilidad de condecoración para un luchador convencido, que ir detrás de un ideal de justicia y libertad. Sólo así es posible que los desplazados y olvidados sientan que vale la pena vivir...
Para eso es necesario e imprescindible el resurgir también, de un hombre nuevo político, para procesar el reacomodo social de los pueblos y desprenderse de aquellos que han hecho muy poco por su despertar.
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