miércoles, 5 de agosto de 2009

La osadía insultante de ofender al amor...

De: "Mercaderes en el templo..."
Pero su alma no hacía búsquedas ahora por los vericuetos lexicográficos de la investigación, sino por los senderos creativos en cuanto a qué hacer con las palabras que leía, las que escribía y las que aún no había utilizado en la novela, y con lo que aprendía viviendo con la intención de hacer algo contra los que habían cometido la osadía insultante de convertirse en mercaderes en el templo del bien y del amor, ofendiéndolo...
No admitía los silencios que reinan en las rutinas, ni la irrespetuosidad de los sarcasmos cómodos que solamente critican mal y nunca arriesgan.
No podía dejarse anclar con intentos cansados en los que todo da igual. No, él no iba a renunciar nunca a la vida como en verdad la entendía su corazón, que sólo estaba dispuesto a latir si él orientaba sus pasos hacia la plenitud a la que necesitaba aproximarse sin desmayos...

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