Asumir nuestros propios errores debe estar reflejado en la tapa del libro de las debilidades humanas...
Mirarnos hacia adentro y hacerlo en honesta reflexión, es un hábito que el hombre esquiva por esa empecinada tendencia de culpar a los demás, y no considerar las verdaderas razones que le dan paso a nuestros errores o a nuestros fracasos...
Otros son los culpables casi siempre, lo constatamos en el cotidiano vivir y tantas veces, nos negamos a aprender las lecciones que nos da la vida.
Entonces es cuando nos mentimos, y luego no nos pesa mentirle a los demás, como tampoco, enaltecer la sinrazón de nuestros desvíos, ocultando ambiciones insensatas, buscando excusas ante lo inexplicable, permitiendo que nos hagan sostener lo desaconsejable y hasta lo incomprensible...
Y todo ello, en general, subestimando a los que somos más.
Pero llega un momento en el que la vara inflexible de la Verdad nos llama al orden, y nos reclama que llegó el momento de pagar y nos pasa facturas diversas con el cargo de intereses adicionales, tirando por la borda expectativas electorales sobre las que no se puede cantar victoria por anticipado, o corregir el rumbo si es que se asume esa responsabilidad ante la evidencia de las circunstancias cuando los pueblos se expresan...
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