El cambalache electoral se presenta con multitud de disfraces.
Fulgurantes, prolijos, en trampas bien montadas para que en ellas caigan los incautos, junto con los que levantan banderas revolucionarias y salvadoras que terminan por no resolver nada, sino aprovechándose de las legitimidades que les ofrece el voto ciudadano...
En definitiva, es la gente, son los pueblos los que caen en las trampas cuando la falsedad se agiganta...
Es incomprensible comprobar cómo se repiten las escenas, en las que la ponderación y la cordura no despiertan sacudones en pro del renacer que el hombre se niega, financia y sufre el deterioro de sus legítimas esperanzas...
Y se repiten las experiencias sin haber aprendido nada, absolutamente nada del altísimo precio que históricamente se ha abonado "cuando la concordia fue posible...", faltándole el respeto a los martirios vividos, que ahora nuevamente, vuelven a cerrarle el paso a las oportunidades que se dejan pasar cuando la globalización facilonga del descarte no pone al hombre por encima de toda doctrina, y le arranca de sus entrañas, cuando la falsedad se agiganta...., sus legítimos derechos para sumergirse en un cambalache mal parido, que enajena, confunde, y nos impide pensar con sensatez..
Lo fuimos constatando en el largo vivir con películas repetidas hasta la saturación como pasó en Uruguay, ahora en el Reino Unido, en Argentina, Venezuela y en otros países sudamericanos y de otras partes del mundo, como ocurrió en el pasado en España y que ahora no se vuelva a repetir ni con el resultado electoral de hoy, ni con los políticos sin grandeza que propician las crisis y se aprovechan del mismo sistema que intentan destruir..., justamente, porque sus entregas al servicio público no son un verdadero apostolado, y en tantos casos sí, una aberrante corruptela incalificable...
Lo fuimos constatando en el largo vivir con películas repetidas hasta la saturación como pasó en Uruguay, ahora en el Reino Unido, en Argentina, Venezuela y en otros países sudamericanos y de otras partes del mundo, como ocurrió en el pasado en España y que ahora no se vuelva a repetir ni con el resultado electoral de hoy, ni con los políticos sin grandeza que propician las crisis y se aprovechan del mismo sistema que intentan destruir..., justamente, porque sus entregas al servicio público no son un verdadero apostolado, y en tantos casos sí, una aberrante corruptela incalificable...
No hay comentarios:
Publicar un comentario