Los años no pasan sin dejar huellas en nuestro ser, y tantas veces, cicatrices con un sangrado que no se ve, pero humedecen el alma sin detenerse...
Yo sé que la existencia tiene sus dificultades, y mucho más, cuando se vive frontalmente y con compromisos que no se eluden y además no se silencian con mordazas cobardes, las barbaridades con las que nos quieren someter.
Entonces, defendamos nuestra libertad, atacando y denunciando todas aquellas actitudes que atentan contra la dignidad para la que nos han dado la vida...
Pero duelen las ofensas, martirizan los olvidos, multiplican nuestras rebeldías las subestimaciones que nos hacen los soberbios y mediocres, que se creen tener el derecho de atropellar nuestra sencillez, manipulándola, porque tantas veces confunden prudencia con cobardía...
En nuestro corazón no hay lugares disponibles para la cobardía, tampoco para el miedo, y mucho menos para odios y rencores que asfixian nuestro libre discurrir...
Nuestros intentos procuran sí, reservar esos espacios para que el amor haga su obra en nosotros, como debe ser, sencilla y humildemente, sin aspavientos, considerando que de ese modo inequívoco nos encontraremos con la Verdad, y que no es ningún mérito vivir en ese signo, en el que el "yo" no se antepone al "nosotros"...
Hay gente que nos trampea la existencia, que juegan con las cartas marcadas, con intenciones nada santas, repletas de hipocresías.
Pero si algo he aprendido es saber distinguirlos, ver venir el disfraz desde lejos, en películas que ya hemos visto que nos llevan al hartazgo..., saturados ya de engaños con los que nos estafan las esperanzas...
Hay gente que nos trampea la existencia, que juegan con las cartas marcadas, con intenciones nada santas, repletas de hipocresías.
Pero si algo he aprendido es saber distinguirlos, ver venir el disfraz desde lejos, en películas que ya hemos visto que nos llevan al hartazgo..., saturados ya de engaños con los que nos estafan las esperanzas...
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