Claro que no me endormezco en los fatalismos de este presente tan brutal.
Justamente para evitarlos, para combatirlos en lo que esté a mi alcance, es que esta vez deseo detenerme, aunque sea por un instante, en las burdas mentiras que nos quieren hacer creer, quienes vivien aferrados a los miasmas de sus propias miserias.
Hacen cualquier cosa con tal de aferrarse al poder y al dinero con actitudes aberrantes, esos señores del sistema financiero y político sin moral a quienes poco o nada les importa el hombre común, el ser de a pie, la gente de la calle, los más que son los que a mí más me importan.
¡Qué horror...! Qué desvergüenza, que hipocresía, porque esos sí siembran un terrorismo descalificante, abrazados al mercado, a enturbiar las aguas, a sembrar el desconcierto para que después, borrando con el codo lo que han afirmado, terminan recibiendo órdenes del sistema, de los más poderosos, cuando vivieron prisioneros de sus propios dogmas, para terminar en esclavos de sus propias palabras, mintiendo, siempre mintiendo y fingiendo.
Efluvios con muy mal olor, miserias, mentiras, miasmas inconfundibles, pero no todos somos tontos para creer en sus falsos discursos, y darles la espalda así sin más para que nos apuñalen de atrás...
Por ahora eso. No es fecha para tantas oscuridades, sino para sembrar en lo que podamos, un poco de despertar en los adormecidos, a quienes se les quiere mantener así, que es lo que más les conviene a los que apuestan por el oscurantismo mental para que no los descubran.
Para ser realmente "libres" hay que cultivarse y luchar, jamás claudicar...