Esta vez en los pantallazos de mis libros en este blog, empezaré por el final.
Uno jamás culmina nada.
Todo es un aporte, un grano más para el inmenso desierto, un sencillo y humilde intento de recomenzar otra vez.
Esa convicción ha vivido conmigo y sin fatigas, acompañando mi largo y esforzado caminar.
Me he referido en diversos títulos a muchas historias no olvidadas, acá y allá, me ocupé de ellas por donde me llevó la vida cruzando fronteras...
No existen los epílogos ni los fines, son meros anuncios formales que yo también utilizo, con la única intención de marcar etapas. Sólo por eso, puesto que son las que nos van aproximando a la meta.
Para mí lo esencial es partir, arrancar, amanecer con otro intento por delante. para poder encarar la sagrada misión con la que vivo comprometido e involucrado.
No hay fines ni epílogos . Hay sí, energías que se renuevan, en transformación signada por la naturaleza cósmica de la que somos parte, como mera fracción de lo inconmensurable.
Como no lo sabemos bien, lo llamamos caos.
Como no somos capaces, todavía, de entender a fondo la expansión constante, la denominamos, infinito.
Como no tenemos una explicación para el "principio" que pase por el tamiz de la razón, le adjudicamos el concepto de explosión universal.
Como somos, en general, soberbios y autosuficientes, no nos detenemos en lo que tantos designan como tonterías de la fe...
Si no lo veo no lo creo, y si creo sin ver, soy un iluso que no considera la realidad.
Y bueno, yo divulgo la verdad que se coló en mi corazón que no le pidió permiso a mi razón para reservarle lugar privilegiado en mi ser.
Soy un medio empecinado, un mensajero, un obrero del amor que le ordena a su mente que tiene prohibido cansarse y quejarse, que me esfuerzo en compartir lo que siente mi corazón...
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