martes, 19 de enero de 2016

SIN SILENCIOS CÓMPLICES NI MORDAZAS COBARDES...

No me permito presumir, mi naturaleza no necesita fingir lo que no ha podido alcanzar...
 
Lo que no ha llegado a conquistar, que no es lo mismo que no haberlo intentado.
 
Allí justamente está el punto crítico, en intentar que se conviertan en realidad los propósitos que orienten el caminar por el que se haya optado, sin mentirse, sin hacer trampas...
 
Se trata de llevar al hombro una mochila repleta de esperanzas...
 
Jugar limpio, afianzar un actitud con la que se pueda legitimar el estar dispuesto siempre a pedir cancha, a entrar en juego con el balón o sin él, con la mente dispuesta hacia el beneficio del colectivo y no en la mentira personal del lucimiento o beneficio del "yo", cuando se antepone al "nosotros", que es en definitiva lo que legitima nuestra participación en la contienda.
 
Competir en el buen sentido, ir sorteando etapas con la certeza de saber que el paso a paso aproximándose, es una dura faena para la que tantas veces, no nos alcanza un campeonato, ni siquiera toda la efímera existencia....
 
En el espacio del juego o por el camino, iremos dejando aciertos y errores, como en la vida..., que nos exigirá entregas totales sin mediocridades que no hacen más que anclarnos para que nos pasen por arriba o a lo sumo empatar, que no valen como objetivos para el enorme potencial que se nos da con la maravilla del ser. 

Así que presumir para qué, para engañarnos y engañar, para mentirnos primero para seguir mintiendo después, para manipular y estafar esperanzas, para disfrazarnos con hipocresías que nunca ocultarán la Verdad de nuestras actitudes.
 
Si por extensión orientamos este aporte al análisis de la realidad de los colectivos sociales, e incluso con una perspectiva más amplia hacia los confines por las diversas fronteras del mundo, se podrá percibir y sentir lamentables constataciones por las que este presente está tan confuso, con tantos conflictos insensatos, tan repleto de repechos que no se pueden vencer, tan falto de humanidad, con tantas manchas que horrorizan y definen la maldita conducta del descarte en la que el ser humano no está por encima de todo, por esas idolatrías del tener, de las intolerancias del terror y religiosas, las indiferencias del poder en las que se sustenta el materialismo más salvaje y la enajenación más aterradora...
 
En lugar de remar mar adentro con la inmensa carga de los intangibles espirituales esenciales, los vamos tirando por la borda sin comprender que sin ellos vamos directo al naufragio en los remolinos que nos atraparán, para privarnos de la conquista de la gran captura, la que no mereceremos, la que estará allí pero nos  resultará esquiva porque no nos hemos preparado suficientemente para el intenso remar, o porque nuestros caprichos y fragilidades se anteponen a la sensatez...
 
No está bien quebrarse ante el primer obstáculo, ni permanecer caído ante el primer golpe,
ni andar quejándose sin transpirar las contiendas de la vida.

Siempre hay que doblegar esfuerzos, levantarse luego de las zancadillas, y multiplicarse porque mientras uno no se venza primero, muy difícil le resultará luego vencer a los adversarios circunstanciales, muchos de ellos agazapados detrás de las trampas que nos montan y nos mienten.
 
Y hacerlo en donde sea, en las disciplinas que sean, en los intentos que nunca deben quedar truncos para la voluntad de crecer, elevarse para mejor otear horizontes nuevos dejando ingenuidades a un lado, y así alcanzar la dignidad de la existencia sin tener que andar migrando de un lado a otro mendigando los derechos que naturalmente nos corresponden.
 
Me avergüenza constatar lo que está ocurriendo aquí y allá, y me interpelo con exigencia en cada aurora, para no desviarme de los roles que debo cumplir en esta dura batalla del vivir, con compromisos e involucramientos que mantengan en paz mi conciencia, que no admite silencios cómplices ni mordazas cobardes..., sino el coraje responsable que se debe manifestar para vivir amando y proclamar la Verdad que nos hace libres y entrenados debidamente en cada amanecer sin que nos muestren la "roja" de la descalificación..., o el conteo fatal de aquellos que ya no luchan más.
 
 
 
 
 
 
 


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