martes, 12 de enero de 2016

PASADO, PRESENTE Y FUTURO, EN LA FUGACIDAD...

No debo caer en el error de referirme ni adjetivar sobre lo que  hice o hago con mis intentos, es más importante que predomine mi actitud en el obrar cotidiano, para que pueda evidenciarse aquello de que "por tus obras te reconocerán..."
 
No caeré en la tentación tantas veces embriagadora y por ello engañosa de detenerme en mi persona, cuando  es a otros que les corresponde hacerlo.
 
Me obligo por lo tanto en exigirme y reclamarme por plasmar lo que todavía no he dado, por enmendar el bien que hecho mal en mi transcurrir, por darle un resplandor a mis sombras, por aprender a perdonar como me perdonan, en definitiva, buscando una elevación que siempre me he propuesto para no quedar anclado en la mediocridad que no me permito...
 
Y esto es válido para creyentes o no, y lo afirmo con la legitimidad de haber estado la mayor parte de mi vida sin las certezas de la fe, y luego cuando me sentí más libre que nunca, más allá de comulgar con conceptos que estaban en mí durante mis bloqueos y oscuridades, que se ahuyentaron por obra y gracia de un resplandor que me vino desde lo alto...
 
Responder con honestidad a esos propósitos que me planteo en cada amanecer, conjugando en los tiempos presente y futuro el verbo amar, compensará mis omisiones del tiempo pasado para permitir que mi conciencia me mantenga en paz, mientras se me conceda la vida.
 
Para ello tengo que darlo todo, porque tengo muy claro que es enorme el universo de los objetivos que me convocan, en la fugacidad de la existencia.
 
Y no lo digo solamente por mi edad que ya es mucha, lo sostengo porque siempre entendí que la vida que se le permite al hombre, es maravillosa pero tan efímera, como si fuera una prueba que hay que sortear y vencer para conquistar un más allá sin tiempo, como es el siempre eterno presente de la gloria...
 
El punto crítico entre los aciertos y los fracasos, está en no quedarse solamente en "el decir" sino pasar al "hacer" con un rumbo sin sombras, pleno de resplandores al sentir que esa maravilla del vivir que se nos regala al nacer, no puede ni debe ser utilizada para que la libertad (también un regalo del amor) nos conduzca por laberintos sin destino, para los cual no nos han dado la vida...
 
Es justamente por ello (y cómo lo lamento), que en general los integrantes de la especie se den cuenta muy tarde, que nada se conquista al derrochar el transcurrir, porque esa irreversibilidad pasa y a veces no da revanchas, sin generalizar por cierto, al no olvidar los propósitos de enmienda que el honesto arrepentimiento logra plasmar...
 
No tenemos el derecho de estafar las esperanzas que están implícitas en la existencia de los modos más diversos, y quienes caigan en esa tentación de una forma o de otra, pagarán sus osadías...


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