lunes, 25 de enero de 2016

NUNCA ES EL OCASO, SIEMPRE UNA NUEVA AURORA...

El domingo pasado asistimos a un encuentro académico en la Real Academia Española, donde don Manuel Gutiérrez Aragón en ceremonia pública, presentó su discurso como flamante integrante de esa corporación, según las normas habituales.
 
Tuvimos el enorme placer de identificarnos con esa mente preclara que proviene del mundo tan singular del cine, en el que nos mostró su trayectoria hasta culminar como connotado Director, también guionista y destacado escritor, oportunidad en la que sus palabras definieron toda una vida dedicada a cultivarse en esas disciplinas tan singulares, en donde quedaron  plasmadas certezas que comparto, como Escribir es vivir; el tiempo no es oro, es vida...; esa voluntad de minutos en sucesión que llamamos vivir; que heredó de su maestro don José Luis Sampedro que en su momento también expresó: una aguda crítica al éxito económico entendido como supremo afán: "algo que ha degradado las ilusiones, la dedicación, la gran aventura, la vida interior... el componente misterioso al que uno puede aproximarse sin  tener la seguridad de encontrar respuestas", quien para no cerrar sus últimas reflexiones en un tono pesimista agregó: "A lo mejor, el error está en pensar que esto es el ocaso, cuando en realidad es la aurora".
 
Por mi parte y una gran dosis de osadía porque se trata de las palabras de un sabio que don Manuel Gutiérrez Aragón hace suyas, yo agregaría: nunca es el ocaso, porque prefiero aferrarme al convencimiento de que siempre es una aurora para aferrarnos a la esperanza...
 
También comparto la seguridad de que nunca es tarde para nada, porque "la vida se termina, el combate sigue, las palabras quedan..."
 
En la dura y nada fácil tarea de escribir para quienes la encaramos con alto grado de responsabilidad, también tenemos que sobrevivir al caos, porque no todo resulta como lo planteamos, porque incluso en el devenir de la escritura los propios personajes le van indicando al escritor (guionista o cineasta), momentos nuevos, circunstancias imprevistas, sin que se nos oculte que el propio lector incorpora su propio acontecer, espacio que además le reservo con los abundantes puntos suspensivos de mi escritura...
 
No puedo ocultar algo que siempre está subyacente en mí, y es la eterna lucha que se entabla entre la posibilidad, y nuestros propósitos, las condiciones y circunstancias que influyen, como la fundamental de la inspiración (en mi caso) que fluye naturalmente como si nos fuese dada por la Providencia, gratuitamente, como nos ha dado la vida...
 
Aprendí mucho en el encuentro académico, y confirmé una vez más lo que ya sabía: que los escritores se inspiran en los que más saben, en la continua complicidad lectora, en quienes nos antecedieron, en la vida misma que nos va enseñando otras vidas..., lo que me permite sostener que no soy el único autor de lo que escribo, dado mi convencimiento previo de agregar algo de mi parte, aceptando que lo más valioso me lo han dado...
 
Deseo agregar a este aporte palabras del flamante académico: "No existe una mirada única. Depende de la cultura, del conocimiento, de la sensibilidad, del recuerdo. A la mirada siempre la acompaña una comitiva. La mirada no mira sola. En el séquito desfilan conexiones, vivencias, imágenes... Escenas, rostros, remembranzas...No hay mirada inocente".
 
En definitiva, es la vida que te brinda la oportunidad de forjarte paso a paso tratando de elevarte, volar si te es permitido hacia horizontes nuevos, pero llegar, lo que se entiende por llegar..., no lo tengo entre mis certezas, porque prefiero ser un permanente intento, justamente, para evitar los ocasos y tender siempre hacia una nueva aurora para la esperanza...

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