miércoles, 6 de enero de 2016

ATROPELLANDO CONTRA TODO LO ESENCIAL...

La vida me enseñó a no tener medio a nada ni a nadie que esté fuera de mí...
 
Me inculcaron a muy temprana edad que a quien primero debo vencer, es a esa parte del ser equivocado que llevo adentro,  a esa porción de mi naturaleza que pueda contagiar al resto para perturbarme la existencia..., enfermando además a mis semejantes.
 
Algo muy similar ocurre con la inmensa realidad cósmica en donde las fuerzas gravitacionales (pugnan dentro de la constante expansión del caos que en apariencia se muestra como infinito e irreversible), por el predominio de sistemas estelares cuya formación puede llevar millones de años luz en manifestarse.
 
La diferencia en la analogía que abordo, es que en el hombre la lucha por la predominancia en cuanto a qué parte del ser se impone en la porfía, se da en nuestra efímera existencia, haciendo más incomprensible todavía que tanta maravilla como es la vida del ser humano, sea derrochada en tantos casos para no llegar a ningún destino o lo que es peor aún, a encadenar reacciones de declinación, fracasos y desesperanzas...
 
En definitiva es entender que el  "agujero negro" que atrae y devora la conducta y los valores que luego vomita en inconductas, en incontrolada ambición, en la diferentes formas en que la maldad se ha expresado a través de los tiempos, está en cada quien, está escondido en la fragilidad de los seres que han perdido el control sobre sí mismos primero, para atentar después sin el más mínimo cargo de conciencia sobre sus semejantes, al sembrar desesperanzas, ruinas, miserias en este mundo que hemos hecho..., atropellando contra todo lo esencial.
 
Entonces..., admitamos que el peligro está en el corazón del hombre que le manda sombras a la razón, para que se conduzca por senderos en los que la luz brilla por su ausencia...
 
Pero hay que darle espacio al coraje para asumirlo así, y no permitir que el miedo a los de afuera nos acorrale y nos acobarde, cuando por el contrario hay que hacerles frente con todas las potencias que en tantos casos dejamos adormecidas para darle paso a nuestros propios fracasos...
 
 
 


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