martes, 29 de septiembre de 2015

Cuando un amigo se va...

Hace pocas horas Vicente fue llamado desde otra dimensión.

Cuando un amigo se va queda una herida abierta, llora el alma más allá de que algunas veces las lágrimas no aparezcan inundando el lago de nuestros ojos.

Son las heridas del alma precisamente, las que más duelen y más demoran en cicatrizar.

Nos quedan truncas muchas cosas pero también la certeza de saber que seguirá estando junto a nosotros un "elegido" de nuestra sensibilidad, a quien le dimos un espacio en nuestros corazones con el consuelo de haberle transmitido lo mucho que lo hemos querido.

Vicente lo sabía, porque nos hemos dado recíprocamente una sincera amistad, que es una forma de amar...

"Cuando un amigo se va..., queda un espacio vacío..., que no lo  puede llenar..., la llegada  de otro amigo", porque cada ser es único e irrepetible.

 Vicente, nos cultivamos recíprocamente en el largo caminar por los senderos camarmeños, antes, durante y después de que tu perrita ya no pudo más con su vida, y aprovechamos tu enorme memoria del ayer, que un día te hizo decirme, allí parados los dos a un costado del cementerio:. "allí..., allí fusilaron a mi padre junto a trece personas más cuando yo era un niño..." Y  yo te sorprendí cuando te interrumpí diciéndote: "Historias no olvidadas...", así se llamará el libro en el que recogeremos primordialmente tu hondo decir...

No lo esperabas, amigo, ni yo mismo lo sabía cuando de pronto desde el fondo de mi alma surgió la idea de la que alcanzaste a ver los primeros diez capítulos de los veintitrés  que están escritos, que luego se enlentecieron cuando tu memoria se adormeció en parte y tus problemas de salud fueron apareciendo...

Pero tenías esa esperanza, necesitabas contar las historias que estaban en tu corazón, y yo al comprobarlo me volqué al intento que quedó trunco también por otras razones entre las que estaba esperar la ocasión para que la gente de Francia, tu madrina y su esposo ya fallecidos y luego la hija de tu madrina pudieran venir para poder completar esos relatos, a los que yo agregué algunos míos pero siempre dándote el espacio principal como primer protagonista de esas historias, esforzándome mucho por extraer las sustancias y sintetizar tu hablar incansable, que mantuviste hasta el fin, aún reiterándote y enredándote aunque no te dieras cuenta... Y yo tratando de extraer lo nuevo de los tiempos viejos, que ya últimamente me costaba mucho clarificar.

Nos has honrado con tu amistad más que demostrada, que te hemos devuelto con honda reciprocidad desde nuestros corazones, amigo querido, y ten la seguridad de que tus hijas recibirán esas historias que juntos fuimos construyendo con elevada grandeza...

Tu alma ya estará preparando la parcela allá en lo alto, en la que te volverás a encontrar con tus seres queridos. No habrá malezas en esa parcela hacia la que te nos has anticipado en la partida, tampoco zarzales espinosos, ni trampas como las hay en las selvas de la vida, que fuiste sabiendo esquivar en tu largo vivir...

Hasta el reencuentro amigo, y ríe allá en compensación gozosa de los dolores y sacrificios que has soportado acá en el transitar, porque te has ganado esa dicha eterna atravesando el árido desierto y las duras cuestas de la existencia.

Cuando un amigo se va..., queda un espacio vacío, pero permanece la hoguera encendida de una Verdad sin distancias repleta de contenidos que nos dejaste, y un resplandor que no muere como un faro que nos impedirá los naufragios del alma sin olvidos para ti...


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