miércoles, 23 de septiembre de 2015

La Verdad que nos hace libres...

En todos los intentos que encaro, prefiero la sencillez de pasar desapercibido.

Nada he procurado nunca para que ese condimento benigno se ahuyente de mí, porque sería falsear mi propia naturaleza.

Y son muchos los propósitos que abordo en cada acontecer cotidiano en los que ninguna tentación puede manifestarse, pasándole por encima a mi determinación. Ya bastante tengo con mis naturales fragilidades, como para andar expuesto a las derivas que no tienen otro destino que dejarme atrapado y con mi libertad herida...

No necesito disfrazarme con apariencias, a nadie debo convencer dejando de ser fiel a los designios que orientan mi vida, ni para aparentar lo que no soy, ni para la vanagloria que suele ser torpe y engañadora para quienes caen en sus trampas prisioneros ya de sí mismos.

Si algún resplandor se alcanza, deja que otros lleguen a reconocerlo para que sea legítimo. No está bien auto encumbrarse a ningún pedestal cuando la sencilla virtud nos enseña todo lo contrario.

No se nos ha dado la vida para lucimientos de nuestra vanidad, ni para que las luminarias del terminen por descubrir al fin, las falsedades que se esconden tras los revoques frágiles que terminan siempre desprendiéndose para que aflore la Verdad con todo su esplendor...

Así de simple y de sencillo es el desafío que se nos plantea para no torcer el rumbo del amor, el único sendero por el que se puede conservar con plenitud la Verdad que nos hace libres.



   

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