Tiene dos caras y bien duras, como las monedas, el actual timonel que ocupa lo que para él es el apetitoso sillón de la Moncloa.
Con una cara aparece con calculado tono delicado en el escenario televisivo, tratando de mostrar que su timón es manejado con firmeza en pos de objetivos altruistas en aras del bien colectivo, pero que no nos ocultan sesgos en cuanto a que nada le preocupa, y mucho menos las críticas recibidas, al haber tirado por la borda mesura y tradiciones históricas que los españoles conquistaron con grandeza, cualidad que su ambición sin límites, no le permite tener...
Y cuando muestra su otra cara, descarada, burlona, irónica, soberbia en el ámbito parlamentario en el que ha recibido las opiniones de sus adversarios políticos, contesta con su ardor triunfalista, que para nada se arrepiente por haber recurrido a un gobierno de coalición, con quienes primero negó, para luego caer mansamente en sus manos, doblegado, silenciando cobardemente insultos, amenazas, chantajes, que ofenden la historia de esta gran Nación que es España (y a todos los que habitamos en ella), aceptando las altas facturas que le están exigiendo y que a él poco les preocupa mientras pueda mantenerse en el poder, y porque además, no será él ni quienes lo secundan, quienes pagarán su altísimo coste...
Sin embargo,con desvergonzado desdén, han aprovechado la pandemia para ampararse en el paraguas financiero de la UE, sin importarles las consecuencias de la deriva conductora que tarde o temprano, a ellos también les pedirán cuentas por sus responsabilidades, que no quedarán solamente en mi opinión, sepultados en el sepulcro político que se han cavado y bien profundo, sino también en las eventuales responsabilidades penales, que no son meros errores como él sostiene al decir, "todos cometemos errores" con su cinismo habitual...
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