EN ARAS DE UN VUELO RESCATADOR...

Una postura madura, constructiva, con profunda raigambre espiritual, nos ha conducido con gran esfuerzo, lo confesamos, a dejar a un lado hechos del pasado más que nada, porque es imprescindible un despertar y porque las nuevas generaciones no tienen que soportar las culpas y los errores de quienes los han precedido...

El perdón no es olvido. No se borra por arte de magia todo aquello que ha quedado en el disco duro de la memoria humana, con un simple digitar de tecla que acumula contenidos del ayer en el bolsón del descarte, que se conceptúan innecesarios y no se quieren ver más en las pantallas del presente...

Es comprensión que ahuyenta discordias, es generosidad espiritual que nos lleva a no anteponernos, hasta el límite de olvidarnos de nosotros, ante la certeza y el imperio de seguir derribando muros hostiles, y facilitar un renovado convivir...

Si así hemos actuado desde los lejanos tiempos en los que nuestros bloqueos interiores nos impedían oír el llamado que nos convocaba, ¿cómo puede ser posible ahora que nuestro universo interior está iluminado por los resplandores de la fe en estos últimos pocos años, permanecer atados a la insensatez del juzgamiento que no nos compete?

Si el propio universo cósmico que nos rodea y del que somos parte integrante, nos muestra que cada infinitesimal realidad cuántica responde con transformación constante a la más leve causa que la afecte con un efecto inmediato, ¿cómo el hombre puede permitirse que su obstinada insensatez ponga obstáculos insalvables al crecimiento esencial que dignifique la existencia de la especie...?

Si la Causalidad se vale de todo, pero primordialmente de la generosidad sin límites de su amor, para regalarnos la vida junto a toda una potencialidad que no siempre aprovechamos ni desarrollamos como es debido, ¿cómo no multiplicar nuestras rebeldías responsablemente, en aras de un mundo mejor, sin tantas desigualdades, sin tantas improcedentes soberbias que nos subestiman, sin los miedos que nos quieren someter, sin la esclavitud del materialismo reinante,  con el apagón de la espiritualidad en crisis, con las guerras, con los estallidos del terror enajenante que cree que así, alcanzará la gloria...?

Nos peleamos, nos torturamos y nos matamos entre hermanos por nuestras ideas o posturas religiosas con incomprensible intolerancia, pero no nos unimos para integrar el ejército de salvación, para luchar sin desmayos contra todas las miserias que nos aplastan y generan el genocidio del hambre, del oscurantismo cultural y de todas las dictaduras que se valen de nuestras confusiones, para aprovecharse de nosotros y lucrar contra el despojo financiero que nos asfixia, contra la corrupción que nos engaña, contra las mafias que nos manipulan, contra los dictadores que nos privan de libertad, contra las conducciones políticas que no nos defienden ni representan, contra la salvajada que perpetúa las dinastías que ahogan a tantos pueblos, contra los negociados que impiden el surgimiento de nuevas fuentes energéticas limpias e ilimitadamente renovables que seguramente ya están definidas pero arteramente ocultadas por intereses mezquinos e indiferentes..., contra el gran negocio del armamentismo y la reconstrucción de las ruinas que dejan las guerras.

Pero eso sí, peleamos en un escenario deportivo por un acto arbitral que no compartimos, peleamos por nimiedades, peleamos cuando conducimos un vehículo previos los insultos de estilo, peleamos cuando no olvidamos ciertas cosas del ayer y del presente, mientras muchos de nosotros seguimos cayendo en el precipicio de las declinaciones, y entregados en cuerpo y alma a las trampas de la evasión, la frivolidad, el abandono, y el desamor...

Y entonces, lo del principio. Solamente una madura transformación interior puede permitirnos una salvación que está en riesgo inminente..., si no despertamos de una vez y nos resolvemos a soñar primero y ejecutar después, un vuelo rescatador.