Ayer nos integramos con un numeroso grupo de personas, respondiendo a la atracción de imanes muy poderosos: Justo y Dhapné, para el festejo de las primeras sesenta primaveras de él, quienes abrieron de par en par su casa para recibir a quienes nos habíamos confabulado para sorprenderlo...
Se trata de dos seres maravillosos, repletos de ternura convocante, de una incuestionable capacidad actoral, y nosotros que somos recién llegados a sus vidas, nos sumamos a toda esa gente tan cálida que nos hizo sentir la sangre caliente, el mismo sentimiento, las ganas enormes de acompañar y abrazar a estos seres que con su forma de ser y exteriorizar, dignifican el convivir y nos llevan cada día a quererles y necesitarlos más...
Gracias a todos ellos por su afecto, por esa sencillez que nunca debe ausentarse, por demostrarnos recíprocamente que no por casualidad se unen corazones repletos, sin vacíos, que saben valorar y llorar momentos tan, pero tan emotivos, que expresan palabras que te llegan al alma, de hijos que se abrazan a sus padres hasta con lágrimas que legitiman al amor que los une, de seres que no se permiten olvidos para quienes han sido llamados hacia otra dimensión, de nuevas relaciones que nos enriquecen y propician resplandores nuevos en nuestras vidas...
Hoy, ya pasadas unas horas y un poco más serenos, sentimos la necesidad de proclamarlo así, dando gracias, siguiendo el dictado que nos viene del alma...
Coincido, un placer formar parte de la vida de Justo. Juan Antonio
ResponderEliminarEstamos de acuerdo, hay momentos en los que sentimos que los conocemos desde siempre, cuando recién nos hemos incorporado a sus vidas y damos gracias por ello...
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