lunes, 26 de septiembre de 2016

NO FORMO PARTE DE ESE CAMBALACHE INSENSATO...

Siento que cumplo con mi obligación moral, si me mojo en toda circunstancia, si me juego la piel, si no actúo en mi cotidiano vivir haciendo cálculos de conveniencia, utilizando ademanes zalameros y empalagosos con poderosos que tienen a su alcance beneficios potenciales y poder, que de alguna manera puedan acarrear algún aporte positivo... 
 
 En mis dichos y en mi obrar, mi conciencia me lleva a mostrarme tal cual soy, sin ningún disfraz, sin conjugar verbos que no comulgan conmigo, porque rechazo toda hipocresía y toda cobardía...
 
En definitiva, entrego mi sencillez en todos mis intentos, y como el arroyo, intento bajar de las alturas con los múltiples murmullos de mi mundo interior al discurrir por el pedregal de mis propósitos, buscando el llano, vastedad donde están los más, aquellos con quienes más me identifico, y los que más me han convocado siempre...
 
Yo sé muy bien todo lo que ocurre en las cumbres, en las cúspides piramidales donde suelen refugiarse aquellos amantes de otros amaños.
 
La vida me ha permitido observarlos de cerca y percibir miserias, olvidos y mezquindades que mi alma rechaza, y me ha enseñado también, a verlos venir..., justamente, para ponerme en guardia y tomar distancia de ellos.
 
Aprendí desde purrete que no puedo formar parte de ese cambalache insensato y por eso lo combato como puedo, atribuyéndome una voz que nadie me ha pedido representar, pero que expongo con el propósito de luchar contra las injusticias: de la desigualdad, del desamparo, de las infames explotaciones, de las mentiras que nos mienten, de los depravados sin límites, de los aquellos que montan el siniestro circo corrupto, de los poderosos que decretan las guerras para que mueran inocentes, y de los enajenados mentales que expresan con el terrorismo, ideologías e intolerancias irracionales que estallan un día sí y otro también...
 
Las diversas dictaduras que reinan en este mundo tan mal encarado, con la infaltable ayuda de los mediocres de siempre a su servicio, son las culpables de los nuevos tipos de genocidios que enlutan este presente repleto de martirios, en los que también son perseguidos y asesinados quienes levantan la voz para proclamar el Evangelio del amor que se desea silenciar, para que cada vez más, se siga abriendo la ancha brecha entre el materialismo reinante y la espiritualidad que tantos buscan adormecer.
 
 
 


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