jueves, 15 de septiembre de 2016

EN ALGÚN RINCÓN DEL ALMA...

Todos tenemos recuerdos y silencios escondidos en algún rincón del alma...
 
Es natural, es la vida que va dejando rastros, huellas, heridas, y materias pendientes que en el largo camino, la realización no ha conseguido...
 
Circunstancias adormecidas, que están allí, pero no han muerto. Permanecen en nosotros mientras no nos alcance el último suspiro.
 
No me cansaré de repetirlo, la maravilla de la vida es como un lago de inconmensurable potencialidad, en el que convive un universo de vivencias, logros, fracasos, penas y alegrías que, recíprocamente se arremolinan para generar la resultante de una forma de ser, de sentir, de obrar, según la predominancia de sus corrientes interiores para expresar hacia afuera, la personalidad que hayamos podido elaborar desde el libre albedrío, don inseparable que nos vino con la existencia.
 
Es innegable que de nosotros depende el signo de esa potencialidad, al manifestarnos en el decir y el obrar. Se nos ha dado todo, pero no todo es debidamente procesado para que no nos apartemos de los senderos del amor, que el hombre suele abandonar al claudicar ante la presión de sus caprichos insensatos.
 
Por eso el mundo está como está, repleto de declinantes desvíos que nos distancian del buen vivir para llevarnos a una globalidad inentendible, en la que reina el mercado, la mezquindad, la manipulación, la corrupción conductiva, la violencia, los avasallamientos, los múltiples genocidios que atentan contra la dignidad del hombre...
 
Y esa rebeldía que nos sacude que nos viene desde algún rincón del alma, tampoco la podemos silenciar, al ver de qué modo se ofende, se humilla, se odia, se manipula, se desprecia, se olvida al semejante, y se le deja a un lado como si fuera un producto de descarte...
 
Y la presión de ese lago interior explota en algún momento, como explotan las burbujas con los sucesivos soplidos de los olvidos, de la subestimación, la inhumanidad, la codicia sin límites y la insensatez que se respalda en la impunidad mal habida que nos ofende...
 
 
 
 
 
 
 


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