lunes, 15 de febrero de 2016

POR UN MUNDO DE AMOR Y DE ESPERANZA...

Con total sencillez y para que lo entienda todo el mundo, el Santo Padre expresó conceptos muy profundos cuando hace pocos días se reunió con los obispos en México.
 
Allí les reclamó (y razones habrá tenido para hacerlo), que luchen denodadamente por "un mañana que se escabulle" para el que es imprescindible "que desciendan al nivel de su gente", y a hacerlo, "con la mirada limpia, capaz de reflejar la ternura de Dios..."
 
Les reclamó también a sus obispos "que tengan alma transparente y sean luminosos..." porque verdaderamente hay que compartir con él que la realidad cotidiana de todos nosotros en las escenas donde nos coloque el vivir y con más razón: porque "la iglesia no necesita oscuridades como tampoco que sus miradas se cubran de las penumbras que están en la niebla de la mundanidad..."
 
"No deben corromperse con el materialismo trivial y no se dejen seducir por "los carros y caballos" de los faraones", claro que sí, cómo no compartir esa certeza dado que no es posible aceptar con claudicante sumisión que este es un mundo de emperadores (faraones) y vasallos.
 
Quien acepte sin luchar esa salvajada (como si moviendo el pulgar hacia arriba o hacia abajo se pueda decretar la vida o la muerte de nuestros semejantes), alienta una cobarde actitud que puede llevarnos a ser cómplices claudicantes de semejante temeridad ante la que no es aceptable mantenerse al margen, con indiferencia...
 
"No olviden nuestra fuerza en la "columna de fuego" que rompe dividiendo en dos las aguas del mar (las marejadas del mar), sin hacer grande rumor..."
 
Hay que pasarle por arriba a las insensateces y los caprichos del hombre con equilibrio interior, pero jamás sin el coraje imprescindible para no darnos por vencidos ante ninguna circunstancia, porque no se tenga duda alguna que lo aprovecharán los desalmados, los que se esconden en esas penumbras.
 
Este tiene que ser un mundo de amor y de esperanza  en el que, como lo expresa el Papa Francisco: "la tecnología hace cercano lo lejano y también distante lo que debería ser cercano...", y hay que saber nadar en esas aguas turbulentas y mucho más en este presente del mundo tan alarmantemente perturbado por los naufragios del hombre...
 
Y agrega: "...nada de habladurías e intrigas, ni centros de poder o murmuraciones o vanos proyectos..." que nosotros tildamos como cortesanos, de escritorio, sin salir a las periferias como él insistentemente lo reclama y reafirma al decir: "pongan a los sacerdotes en la comprensión del Sagrado Misterio aunque seamos inexpertos administradores. ¿Acaso hay tarea más importante que ocuparse en las cosas de Dios?
 
En definitiva un llamado profundo con palabras simples, alentándolos a enfrentar los verdaderos problemas, a defender sólidos proyectos pastorales en la periferia humana, para que el hombre nuevo al que tantas veces hemos hecha referencia en nuestras entregas, nazca y renazca para reinar sobre la faz de la tierra, e impida los lamentables movimientos migratorios, el hambre que hay en el mundo, el oscurantismo cultural, y  las infames explotaciones de las mafias.
 
Todos podemos hacer algo, para salvarnos de ese tsunami...
 
 
 
 

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