jueves, 11 de junio de 2015

Hace mucho que lo sé...

Como no sabemos cuándo ni cómo nos llegará el último suspiro, es menester entonces no estar pendiente de ello incluso más allá de tener claro que ese instante preciso del atardecer nos alcanzará tarde o temprano...
 
Esta maravilla de la vida es demasiado efímera para malgastarla con cargas  materiales innecesarias que por un lado enlentecen el caminar, nos dificultan los repechos, y no vivir el hoy como si fuera el último día de nuestra existencia.
 
Sería  como estropear las esperanzas
 
En lo personal hace mucho que lo sé...  Es más, desde que tengo memoria creo que me conduje en base a esa certeza que no destruye en modo alguno, mis esperanzas legítimas de alcanzar "mañana" todo cuanto no he logrado "hoy".
 
Es decir, vivir cada presente como si no tuviera más chances en esta vida. Dándolo todo, no reservarme nada y todavía hacerlo con pasión.
 
Si esa Verdad vivió en mí en la mayor parte de mi vida cuando mis bloqueos me impedían sentir la fe que hoy está en mis entrañas, ¿cuánto más arraigada la siento hoy cuando me aferro a ella desde el fondo de mi alma?
 
Lo irreversible me multiplica y desafía en cada amanecer, porque puedo aferrarme a lo bienes más valiosos que son los intangibles que he cultivado en mi existencia que no son precisamente los materiales, porque así puedo trepar al trote los repechos sin mayores fatigas, y vivir el hoy como el mejor de mis días...
 
Y todo eso, hace mucho que lo sé...

Como también sé que es la mejor herencia que les dejaré a los míos.

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