domingo, 10 de julio de 2016

SILENCIOS ESCONDIDOS EN ALGÚN RINCÓN DEL ALMA...

Yo tengo mis años y por ello, fui parte de un tiempo que ya se fue...

Ya de niño lo conocí, tiempo aquel en el que los conflictos eran arreglados por los guapos de frente, si era necesario a las trompadas nomás, en medio de un "malevaje" poblado por "compadritos" en algunos casos de verdad, y en otros, por disfrazados que ostentaban ese "cartel" sin merecerlo.

En eso no hubo mayores cambios, y perduraron en el tiempo aquellos que son guapos en grupo, porque a solas no lo son...,; o en algún caso miserables cobardes como aquellos tres que en un copamiento me acorralaron en mi estudio armados hasta los dientes y los enfrenté porque no les tuve miedo, de pronto en forma irresponsable por lo mucho que arriesgaba, pero los enfrenté...

Era la forma de ser, hábitos en la incultura de entonces, en la que también llegaban a los barrios uruguayos modales porteños, el vestir con "pantalón bombilla", las "pretinas levantadas" asomando en las "chaquetas cruzadas", los "zapatos de charol", el "sombrero a lo Gardel", escenas  en las que la  "pinta" pintaba mucho, y mis tíos, que habían llegado desde tierra adentro a la capital, le mostraban ya al niño que era yo, cómo había que actuar para subsistir, para no dejarse atropellar, en una realidad que nada tenía de semejante con la pueblerina que habían dejado atrás...

Yo nunca tuve necesidad de sacar patente de nada, ni de vivo, ni de guapo, ni de nada, porque sentí que me era suficiente mi sencillez y los testimonios de  mi padre que siempre aparecía justo para ponerle límite y coto a tanto desmadre de entonces...
 
Pero fui aprendiendo al haber vivido entre "muchachos calaveras", en donde "me enseñaron a ser guapo muchos guapos de verdad", en la universidad de la calle donde le hacían esquives al "botón (policía)", y a los boliches "porque las copas charlan mucho" y por ellas te puedes ligar un "garrón", o que te limpien en un "bulín" por parte de alguna "mina"que te descubría en la mala, y no te dejaba nada, "ni el pucho en la oreja..., y en la palmera" como se expresaba entonces...

También algo me enseñó aquello de "no me gusta avivar giles que al final se vuelven contras..."
 
Había que estar alerta, y eso enseña, porque siempre hubo bandidos disfrazados, como aquel "que está en cana prontuariado como agente e' la camorra, profesor de cachiporra, malandrín y estafador", pero se hacía pasar por un gran señor.
 
Pinceladas, letras de tangos, trazos dispersos que pintaron una época, como la de aquel "compadrón, prontuariado de vivillo, entre los..., amigotes que te siguen, sos pa´ mí, aunque te duela compadre sin escuela, retazo de bacán", que, " aunque busques en tu verba pintorescos contraflores, pa´ muñirte de cachet, yo me digo a la sordina Dios te ayude, compadrito, de papel maché..."
 
Yo no participé de ese mundo, tomé distancia de él, me corté solo cuando tempranamente hice el tránsito hacia el hombre que luego fui forjando, porque no estaba dispuesto como otros a ceder cuando en el truco "con un cuatro a un envite dije quiero, y otras veces fui a baraja sobrando con treinta y tres...", ni tampoco "he rodao como bolita de purrete arrabalero", porque siempre supe "que el hombre es como el caballo cuando ha llegado a la meta, afloja el tren de carrera y se hace manso y sobón..."
 
Siempre quise ser yo mismo, y no permití que me arrastraran hacia donde nunca me he permitido ir, puesto que enemigo de las apariencias, me ha quedado claro que todo eso no iba conmigo porque desde niño me enseñaron a hacerme respetar y a no achicarme en ninguna circunstancia, en el barrio, en la calle, en los campitos de fútbol, luego en las canchas más grandes, o en el altillo de mi casa donde con colchones formaban un ring para que yo me peleara con quien no quería pelear... Pero lo hacían a su modo, para formarme, decían...

Con el devenir del tiempo y en nuevas escenas ciudadanas, pude advertir que algunas de esas cosas le iban a venir muy bien a mi vida, con mis valores, con mis conceptos que nunca han podido silenciarme...
 
Y ahora visualizándolo todo desde las distancias y el tiempo, creo no haberme equivocado, aunque algunas nostalgias perduran en mí, de un tiempo que ya se fue, de un "lunfardo" que no hice mío, pero que recuerdo porque en ellos estuvieron los míos..., y un cancionero repleto de "chamuyos", que todavía hoy me inspiran como en aquellos tiempos lejanos de mi juventud traviesa.
 
Juventud poblada de recuerdos, de experiencias que me fueron útiles, y también, de silencios escondidos en algún rincón del alma...
 


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