sábado, 18 de marzo de 2017

"LEJANA TIERRA MÍA..."

Las circunstancias de la vida me han llevado por diferentes senderos, atravesar distancias, vivir un sin fin de historias que cargo en la mochila de mi alma, sin que me hayan doblegado nunca los avatares aunque dejen sus huellas en el disco duro de mi más íntimo relicario...

Nunca he sido prisionero de los olvidos, y ante el mero clic del recuerdo, se activan las memorias que con insistente reiteración, me comunican que habrán distancias físicas, lo que es innegable, pero nunca separación de la "lejana tierra mía", más allá de que no me preocupe el lugar ni el momento de mi último suspiro, dado que mi corazón no apunta precisamente a que sea: "bajo tu cielo, bajo tu cielo quiero morirme un día, con tu consuelo, con tu consuelo...", porque es un tema que nunca se ha instalado en mí, gracias a Dios...

Siempre he entendido que no hay distancias para los afectos, para la familia que ha quedado allá, para los amigos de verdad, y al "oír el canto de oro de sus campanas que siempre añoro", con mayor énfasis dentro de mí, resuena la certeza de que al apartarme de otros (muy pocos) por propia voluntad, que priorizaron el cálculo, el rumbo mezquino del "tener" frente al "sentir", el hablar imprudente y sin fundamento, el mediocre proceder, me han ayudado al resolver la duda de "no sé si al contemplarlos al volver, sabré reír o llorar..."

Tengo la certeza, la plena seguridad ya experimentada de que al doblar algunas páginas de mi pasado, con protagonistas de historias insensatas,  con almas más frías que el hielo de las que me aparté, he rescatado la Verdad que fue mentida, la amistad que fue fingida, y otras actitudes de las que no vale la pena ni siquiera del registro activo en el disco duro que no olvida, aunque yo haya hecho el esfuerzo de comprender y justificar..., para recobrar mi paz interior con el "silencio de mi aldea, que sólo quiebra la serenata, de un ardiente Romeo bajo una dulce luna de plata...", cuando "en un balcón florido se oye el murmullo de un juramento, que la brisa llevó con el rumor, de otras cuitas de amor..."

Yo estoy en paz, no hay espacios dentro de mí para el odio ni el rencor, "lejana tierra mía", de mis amores, cuando te nombro, en mis noches de insomnio con las pupilas llenas de asombro. Dime estrellita mía, que no son vanas mis esperanzas, bien sabes que un día he de volver..., a algún viejo, querer..."

Ahora, soy un turista más en la lejana tierra mía", por ir detrás del afecto más hondo de mi corazón (y lo haría una y mil veces más), para que se me multiplicaran luego los motivos por los que sigo luchando sin desmayos desde las trincheras del amor, por una forma de ser y de sentir las esperanzas que le otorgan verdadero sentido a esta maravilla de la vida..., sin las sombras engañosas que he dejado atrás, allá en la lejanía del otro lado del charco, aunque siempre de algún modo, se abone un alto precio por esas circunstancias que te hacen vivir lo imprevisto, más allá de que el palpitar del corazón te confirme la certeza del rumbo nuevo.

¡Cuántas veces le he dicho a la estrella titilante donde habita mi madre primera que acompaña mi caminar, que no sufra por mí, "que me he forjado para llegar a ser duro como el diamante, y que como él, no he de admitir huella alguna, mientras no sea polvo...", porque esa coraza frena las flechas lanzadas para que yo pueda continuar paso a paso aproximándome, soñando con detenerme solamente cuando me llegue el último suspiro...!






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