El 11/11/2002, fecha muy especial para mí, terminado el Tomo VIII de mis "Misceláneas del Alma", comencé otro, el IX, afirmando: "no pude esperar hasta mañana, siempre ansioso por otro desafío para comenzar de nuevo, en este intento en el que de algún modo está implícita mi vida, no porque en sí misma tenga importancia, sino por lo que voy recogiendo en mi largo transcurrir..."
Allí expuse diversos conceptos, de los que transcribo algunos fragmentos, en este propósito de compartir pantallazos de ese título:
"Ahora mis latidos interiores están imantados por otros condimentos, esos que voy cosechando en el huerto de mi alma comprometida, que enriquecen mi madurez.
Convencido de mi labranza al ver que las aguas del riego de la inspiración fluyen abundantemente gracias a la Causalidad, y al reconfortante refuerzo de mi voluntad, seguiré con mis intentos que después de todo, son también los que me atan a la vida.
Sigo cavando hondo en la arena hasta encontrar la roca, ese cimiento sustentable que soporta las tempestades y las calamidades a que nos somete la existencia.
Y volcaré esa certidumbre, también, a quienes no hayan alcanzado ese convencimiento, ante la confusión que les perturba, cegados por la inmediatez...
Mientras que se me permita bucear por las profundidades, activaré el periscopio de mis búsquedas, para que mis aportes, apenas eso, sean mi sencilla contribución para aquellos que no han percibido distancias abismales, entre momentos y eternidad...
Si a mi edad no tuviera esas certezas, poco hubiera podido alcanzar en la vida, por haberme dejado morir en las sombras, evitando un despertar.
Sin embargo, alzo mi mirada y mi corazón hacia el cielo para dar gracias, porque un día se me permitió sentir mi propia resurrección, más allá de que el color de mi pelo me anunciara una tardanza que no fui capaz de evitar..."
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