jueves, 10 de noviembre de 2016

ESTOY PROGRAMADO PARA NO CANSARME...

Hoy cumplo mis primeros ochenta años, y lo proclamo y lo festejo, porque se me ha permitido no tener ancla alguna, que me aferre a la claudicación, que es ya no intentarlo más...

Todo lo contrario, comienzo ese segundo tramo del repecho largo y duro de la vida, con toda la potencialidad que me han regalado, más lo que pude incorporarle, que ha sido no renunciar jamás a la voluntad de hierro con la que intentar elevarme, justamente, para estar más cerca de la Verdad...

Es el mejor regalo que puedo hacerle a los míos, para quienes vivo prendido a la acción en las diversas formas que se manifiestan los llamados que me convocan...

Es la mejor forma de amar a los que me aman, y también cómo negarlo, a quienes he debido querer y ofrecerme más.

Pero me queda el enorme consuelo que es la tranquilidad de conciencia, la de haber vivido sin hacer canjes ni cálculos mezquinos, dado que desde temprana edad hice alianzas indestructibles con los compromisos que están arraigados en mi alma, que me llevan a involucrarme con todo mi ser, sin reservarme nada para mí porque jamás mi "yo" se antepuso en ninguna circunstancia.

Tal vez por eso, nunca silencié mi voz ni ahogué mis propósitos, y siempre sentí dando gracias, que mi cuerpo y mi mente respondían sin que en ellos tuviera espacio la declinación, ni se anquilosaran, como si se me fuera apagando la llama de la vida...

En el taller de mi alma, conservo registros en los que he dejado rastros de mi caminar como testimonios vivos de que "estoy programado para no cansarme...", y esa broma expresada en el ayer, se me hizo plena verdad en el largo vivir...

Lo proclamo ante la foto que conservo con mis padres en mis primeros meses de vida, para que ellos también participen del festejo en el brindis que junto a los míos y a los amigos de verdad que siempre han estado ahí, metidos en mi corazón, cantemos todos juntos el canto del amor...
  

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