Subsistí la mayor parte de mi vida envuelto en mis propias nebulosas, lo tengo claro desde hace pocos años, sin permitirme el resplandor que ahora rodea mi existencia.
Pero ese largo transcurrir (negando la certeza de la Verdad que le ha dado plena libertad a mi ser, aunque parezca una paradoja), sin que yo me diera cuenta, me fue permitiendo la total coherencia de mi pensar y mi obrar con lo que proclamo ya sin reservas, como el sustento vital que a mi edad "es la luz, es el viento y es el río...", que oxigenan mi ser para que se manifieste "este torrente mío" que mantiene mis desafíos...
El lago interior repleto se manifestó muchas veces y de diferentes formas, pero siempre..., siempre con la impetuosidad de un torrente que rompió barreras, para manifestar un credo de amor que me permitiera diseminar semillas de esperanza por los senderos de mi caminar.
Me enfrenté muchas veces a la mentira, a la arrogancia, a la soberbia que me subestimó, pero tuve desde mi sencillez, el coraje de demostrarles que no les tenía miedo, respondiéndoles, aunque entonces no lo sabía, que me apoyaba en la roca que la Causalidad me ofrecía para no dejarme atropellar ni arrastrar por ningún ventarrón poblado de insensateces y caprichos...
Ahora es diferente, ahora lo sé, y si algún día me veo obligado a mirar atrás..., intento que no está en mí, sabré que "tal vez un día en que se corten los trinos de mi violín...", alcanzaré mi destino y lo veré a Él, "y sabré que no hay fin..."
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