Yo sueño un mundo de amor y de esperanza sobre bases firmes, con los pies en la tierra, y tengo la percepción de que las ideas y valores con los que comulgo, no encajan totalmente con la realidad que nos envuelve...
Pero en todo caso lejos de rendirme, mis rebeldías me sacuden por dentro indicándome que debo seguir batallando con mi vivir y desde el taller de mi alma, cavando sin cesar trincheras renovadoras.
Puede ser que esa postura sin silencios ni complicidades negativas, implique riesgos, pero me tienen sin cuidado, y además no les temo a las consecuencias de mi frontalidad, puesto que sería muy penoso recular, una cobardía quedarme escondido en el fondo de alguna trinchera y eso, yo no me lo permito.
Trato de fundamentar mi vivir y mis opiniones y no adhiero a ningún catastrofismo, pero ello no significa que deje de luchar contra el oscurantismo ético, cultural, político, y moral, que envuelve a tantos pueblos.
Por graves que sean los atentados contra la dignidad y la libertad del hombre, yo no me silenciaré contra la retórica diagnóstica para que nada cambie y se envalentonen los centros de poder, el fracaso político conductivo que ha dejado crecer "monstruos" que ya no pueden detener, y que en tantos casos, disfrazan con falsedades y culpables complicidades que provocan postergación, hambre, multitudes en el tembladeral de una migración a la deriva con las incertidumbres y el padecer de nuestros semejantes.
Ese es el desafío, el gran diálogo que no se concreta y que reclamamos los que no tenemos miedo de expresar nuestras convicciones, por un mundo mejor, sin tantas injusticias, sin discriminaciones, sin tantas indiferencias, sin incalificables conductas corruptas, envueltas en insultante demagogia...
Es una obligación moral denunciarlo, adoptando un rol cívico en aras del bien común, por tantas nuevas endemias y aquellas que nos vienen desde antiguo, aprovechándose de las cobardías de quienes no luchan y de sus silencios..., permitiendo que se cuelen las tantas miserias, frivolidades que vomitan vacíos inexplicables, pero que son mercancía muy vendida en estos tiempos...
Y con un rol en esa lucha estoy, sin permitirme estar oculto en las retaguardias sin riesgo, donde se engendra la deshumanización más cruel, por la que el hombre es considerado mera mercancía en tantos casos caduca, en esta cultura del descarte...
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