jueves, 17 de marzo de 2016

UN IMPARABLE FLUIR...

Fuera de la solemnidad y el contenido de los profundos discursos que se expresaron sobre mi persona y mis libros en los actos de presentación, con la concurrencia de tanta gente para hacerme sentir honrado y emocionado en alto grado, yo no podía siquiera imaginarme que en la calle, en el cotidiano vivir, iba a recibir reconocimientos, situaciones impredecibles que han llegado a sorprenderme de modos muy significativos.
 
Al caminar por las calles del pueblo, en el colegio cuando vamos por nuestros nietos, en la parroquia, en el supermercado, en la papelería, me han regalado felicitaciones, me han compartido emociones, conceptos valiosos incluso de gente que ni conocía, y hasta llegaron a llamarme con el nombre de algunos de los personajes de mis novelas.
 
Siento que me tratan diferente, con más deferencia, y eso para mí, al provenir de la gente común del pueblo, "los del llano" como a mí me gusta identificarlos, los de a pie, quienes más me convocan, por ser el colectivo con el que más me identifico y al que pertenezco, tiene un valor muy especial, primordialmente adicional para lo que siente mi alma...
 
Se conmueve mi corazón, además, llaman a la puerta de mi casa para pedirme una dedicatoria, me piden reuniones para intercambiar conceptos y experiencias de vida, nacen  nuevas relaciones para cultivos más profundos, en un marco sencillo y espontáneo, diferente al académico (en el que también me he sentido distinguido), en los espacios del cotidiano vivir para que se enriquezcan los momentos pueblerinos...
 
Eso ocurre, justamente, en un pueblo, uno cualquiera, en el que todo es diferente a la gran ciudad, donde un autor puede pasar casi desapercibido...
 
Bendito sea aquel lejano momento (22/1/1975) en el que resolví instalar el taller de mi alma para no postergarme más y liberar esa fuerza irresistible que yo sin saber por qué contenía, cuando la presión de las aguas en apariencia tranquilas del lago interior, pugnaban por partir de mí, ante el peligro de romper los muros para darle paso a la ruidosa cascada siempre rebelde, casi incontrolada, que luego al abrirle la compuerta comenzó su imparable fluir para no poder detenerse ya nunca más...
 
Contuve hasta que pude, una pasión que me estaba ahogando, negándome el rol que más necesitaba cumplir.

 Pero ahora recojo la cosecha deseada, llegar a mis semejantes con ese intento de escritor que me aconsejaban mis sueños gracias a que, aquel día, nacía mi inolvidable ensayo "Memorias y Sueños".
 
Con él fue que comenzó a fluir la metralla de mis palabras, y sin confundirme, sentí que no eran solamente mías porque desde lo más profundo de mi ser sin yo saberlo, me conducían.

Entonces, no lo sabía con la certeza que ahora lo sé...
 
Tengo demasiados motivos para vivir dando gracias desde el alma, porque he comprobado que nunca he andado solo por la vida, incluso en la mayor parte de mi existencia en los que mis bloqueos me confundían para hacerme creer "que hay que ver para creer..." Y para nada es así, sino un concepto que nace con las debilidades y los caprichos del hombre.
 
Muchas cosas influyeron, pero prefiero dejarlas atrás, están superadas, aunque no haya olvidos.
 
Sí quiero rescatar para terminar este aporte, algo que no comprendo, porque recientemente alguien del pueblo me ha compartido que una persona quiere conocerme, dado que nunca ha tenido contacto con un escritor...

Y ese detalle, me lleva a afirmar el grado de confusión en el que alguien puede caer, al entender que un humilde escritor, es eso y nada más en mi concepto, un ser con intentos, con compromisos, pero en nada diferente a sus semejantes, y que en mi caso,  anda por la vida dando lo que puede, alejado de todo canje mezquino, y jamás indiferente a los reclamos de su ser en cada presente que le ha tocado vivir...
 

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