Cuando se tiene el hábito de sumergirse en bibliotecas, se siente en el alma la elevación que contribuye al crecimiento al que en lo cotidiano nos debemos consagrar con sencilla humildad, para que surja airosa la verdad.
¿A qué nos estamos refiriendo? Hace por lo menos más de cuatro décadas, que un personaje de la política internacional se ha mencionado vinculado directamente en los acontecimientos más notorios y a veces nefastos ocurridos en diversas partes del mundo.
No hay que perder la memoria y dejar allí, archivadas, las maniobras muchas de ellas ocultas de Henry Kissinger para convalidar, coordinar y se ejecutase el siniestro Plan Cóndor en el sur americano.
Por ese plan macabro se abonó un precio muy alto, además, con consecuencias desastrosas y heridas que hoy sangran todavía... Precio en vidas humanas por matarse entre hermanos, consolidando funestas dictaduras, torturando, o tirando a disidentes desde aviones al fondo del mar.
Y por citar otro caso y como si lo dicho fuese poco, ese personaje se movía hacia fines de 1973 por París, Madrid, en aquellos tiempos de la cruel dictadura franquista, para mover las fichas de su tenebrosa ajedrez y resolver una salida de España en el entonces mundo polarizado.
Polarizado y con conflictos permanentes, cuando continuaban los bombardeos en Vietnam, los problemas en Medio Oriente y el final de Pompidou, etc.
Alguien lo ha definido como "un brujo de la política".
En ese entonces un Boening 707 salía de Barajas y aterrizó en Orly al atardecer del día 19 de diciembre de 1973 y esa misma noche el personaje cenaba en Ginebra con su colega ruso Gromiko, luego de un corte abrupto de las actividades programadas.
Había recibido por diversas vías el aviso de "desaparecer urgente" de España ese día. Tenía que saberlo, porque al día siguiente y luego de terrible explosión el almirante Carrero presidente de España llegó precisamente al punto donde explotó todo y su coche voló por los aires, por la trampa bien urdida de la ETA cuando venía de la iglesia a la hora 9y36 del día siguiente a partir del cual nunca más volvería a su despacho como lo hacía puntualmente.
Fue también, un duro golpe para Franco, el dictador, quien llegó a expresar: "me han cortado el último hilo que me unía a este mundo". Afortunadamente declinaba, para que se pudiera abrir un callejón de luz para el devenir de España.
Lo dicho," Henry Kissinger debía irse de España y pernoctar en París ese día 19 y por supuesto, no desayunar en Madrid el día 20".
No pudo haber sido casualidad, al menos, yo no lo creo.
Y hoy todavía ese señor, forma parte de uno de esos poderes globales y piramidales que se han adjudicado el derecho de reglar los destinos del mundo...
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