lunes, 5 de marzo de 2012

Hastiado ante tanta repugnancia...

Si partimos de la base de que en virtud del don por el que se nos concedió la vida, lo más acertado sería plantearnos el compromiso de involucrarnos al servicio de los demás y de la verdad, pero no hacerlo con retóricas inconducentes, sino concretando la honesta reciprocidad hacia esa gratuidad tan valiosa que se nos ha dado.
Aferrado a esa postura, hoy una vez más y con una mezcla de dolor y bronca vuelvo a expresar que me siento hastiado ante tanta repugnancia que percibo en este presente tan maltrecho, aquí y en los confines del mundo.
¿Cómo no sentirme así con lo que está ocurriendo ahora en Siria sin que se adopten medidas concretas por los oscuros vetos de Rusia y China? ¿Con qué legitimidad ellos que saben mucho de exterminios, permiten que se siga asesinando a tanta gente por el delirio de un criminal y sus fieles ejecutores. Es una vergüenza que lo envalentona más al asesino, porque no se frenará con un tímido y débil ingreso de observadores internacionales.
¿Cómo si no con repugnancia tenemos que referirnos a los dictadores que aplastan a sus pueblos? Nos indigna lo que hacen, como ese hijo "privilegiado" del dictador de Guinea con sus insultantes comportamientos y su vida paradisíaca con dineros negados a su pueblo con total impunidad por años, "que cambiaba costosísimos vehículos de lujo según el color de los zapatos que ese día llevara" y viviendo como un marajá. Ahora detenido, ojalá que se le termine el jolgorio y pague todo el mal que ha hecho.
Siento vergüenza por las nefastas dinastías que son un insulto para sus pueblos y para el mundo. Todavía no me explico suficientemente cómo es posible que en Corea del Norte se le rinda pleitesía a su nuevo monarca con minúscula, sólo por ser hijo de quien es para coronarlo de "gran sucesor".
Con repugnancia señalo la insensibilidad de quienes han estado involucrados en los beneficios varias veces millonarios en euros, que han recibido directivos banqueros por sus gestiones al servicio de la más despiadada usura financiera y con grandes responsabilidades por las actuales crisis, ofendiendo a los más de 5 millones de parados que hay en España.
¿Qué otra cosa que repugnancia puedo sentir por los innumerables despilfarros y los trenes de vida principescos con que algunos dilapidan dineros públicos con lacerante corrupción, sin que les caiga el peso de la ley?
Qué decir cuando a un ser cualquiera que se esquivoca una vez (por tentación, desesperación o por las razones que sean) se les juzga y descalifica, se le mancha para siempre con marcas que no se borran como a vulgares delincuentes, y a otros encumbrados de guante blanco con faenas delictivas muy gordas, se les trata como grandes señores, se les ofrecen privilegios procesales, tratos injustamente discriminatorios, o espacios carcelarios especiales y muy confortables...
Me siento hastiado de algunos comportamientos políticos y diplomáticos saturados de intereses, juegos sucios, ocultamientos calculados en aras de beneficios espúreos, plagados de olvidos hacia los más necesitados y moviendo fichas envenenadas en ese ajedrez del poder, del tener, de la insensibilidad piramidal, de la corrupción...

No hay comentarios:

Publicar un comentario