sábado, 2 de julio de 2011

Engendros del mal...

Diversos terremotos y tsunamis nos agreden.

Las consecuencias producidas por los desplazamientos (deslizamientos) de las placas terrestres de subducción, han sido catastróficas tanto en Japón, en Lorca-Murcia o en su momento en Haití, aunque en estos últimos casos se haya manifestado con un seísmo de manor grado y sin un tsunami devastador como ocurrió en Japón.


Por más que la comunidad internacional, materialice su solidaridad ante los tremendos impactos de las fuerzas naturales, es irreparable el altísimo precio que se paga con las pérdidas de vidas, mutilados, y la impotencia de tener que empezar de nuevo, luego de minutos interminables de sacudimientos...


Y todavía hay hombres que se empeñan en atentar con la vida y la dignidad de sus semejantes. Ellos también son devastadores, aunque se cobijen bajo arteras formas, para disimular sus ruines intenciones.

Están allí, conviven con diversos disfraces con nosotros, y solapadamente, nos van traicionando, estafándonos, sacudiendo nuestros hábitos, apoderándose de nuestras vidas, envenenándonos con las drrogas, decretando guerras, despojándonos miserablemente con la usura despiadada, carcomiendo las esperanzas, explotándonos, conduciéndonos mal, chupándonos la sangre como sanguijuelas despiadadas.


Son semejantes los efectos de los tsunamis provocados por los hombres a quienes les viene muy bien los cataclismos naturales, para que no nos ocupemos de ellos.

Pero no lo lograrán, los tendremos muy presentes para que nuestra ofensiva no se debilite en esa lucha inclaudicable contra esos engendros del mal...

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