jueves, 30 de abril de 2020

HAGO LO QUE ME APASIONA, Y A MI MANERA...

Hay un tema que me ha hecho meditar en lo profundo en cuanto a su contenido conceptual, y es cómo puedo contribuir mejor desde mis modestas posibilidades, a que mis intentos en el cotidiano vivir caigan en tierra fértil, como semillas que fructifiquen en los surcos que desde temprana edad, he procurado abrir y regar, con todas las fuerzas que la convicción me ha brindado, desde el inmenso potencial que a todos se nos da con la maravilla de la vida, pero no todos lo aprovechamos como es debido para convertirnos en leales cultores y centinelas del proyecto de Amor que nos subyace con su suprema Verdad...

Como puedo, con lo que está a mi alcance "hago lo que me apasiona y a mi manera...", que para nada significa que por haber llegado a "creer en ella sin ver", yo me confunda en cuanto a quienes no participan de las mismas ideas y los ubique en un nivel inferior al mío, valoración que no me permito por el respeto que le tengo al legítimo derecho de cada quien de aferrarse a sus propios conceptos..., porque creyentes o no, a "todos" considero de igual modo al considerar que en la dura faena del convivir, nos necesitamos recíprocamente.

Hacia ellos también oriento mis intentos cuando expreso mis ideas, mis pensamientos de las diversas formas que los manifiesto, sea en mis expresiones verbales o escritas, en las que he tratado de mantener siempre total coherencia, obedeciendo a esas Verdades que proclamo, al compartir mis sentimientos, mis compromisos, msi involucramientos desde las trincheras o tribunas en las que me he podido expresar en mi ya largo caminar.

Tengo plena conciencia que no he disparado nunca dardos envenenados, mal intencionados o hirientes en mis expresiones en las que he procurado ser constructivo y no ofender, y cuando en determinadas circunstancias y destinatarios disparé mis proyectiles sin esquirlas que son mis modestas palabras, lo hice sin esconderme, de frente, frontalmente, como expreso mis denuncias y mis broncas, contra quienes atentan contra la libertad y la dignidad que nos corresponde por derecho natural, refiriéndome a ellos por su verdadero nombre, argumentando mis luchas constantes, sin eufenismos, sin disfraces, como han sido en tantos casos al referirme a  los miserables, que nos pretenden envolver con sus miserias..., con las sombras tóxicas que arrojan sobre sus semejantes...

No me corresponde a mí calificar mis intentos, allí están los testimonios de mi obrar, en mis dichos, en mis libros (ensayos, novelas, historias no olvidadas, en mis misceláneas del alma, en la diversidad de artículos para encuentros culturales y tertulianos, en conferencias a las que he sido invitado, en antologías en las que he participado, en mis discursos de presentación de mis libros, etc.). sencillos aportes todos con el condimento de la pasión de la que no puedo ni quiero desprenderme..., y allí quedarán custodiados en el taller de mi alma, para quienes se detengan en mí para dialogar conmigo, incluso cuando yo ya no esté...

Mi brújula está orientada en ese norte, así me lo he propuesto, así me lo ha indicado la Providencia que siempre ha estado a mi lado siguiendo mi caminar. 

Es más, nunca me ha dejado solo, y constantemente ha venido en mi auxilio, no sólo "dictándome" lo que conctúo como lo más valioso de mis registros, haciéndome creer  generosamente que yo he sido el único autor de lo hecho, cuando siempre he estado convencido que he agregado apenas algo más, no lo niego, porque a través de los años he comprobado además, que me ha dado inspiración cuando por responder a mi pasión por escribir, al no saber muchas veces cómo comenzar ni adónde llegar, me ha dado "letra" e "ideas"para continuar con esa dura y exigente labor sin la que no sabría vivir, y que no he de abandonar mientras un suspiro permanezca en mí...

Pero eso no es todo lo que me ha dado y respaldado la Providencia, porque en circunstancias extremas en las que incluso pudo haber estado en riesgo mi propia vida (con el obrar determinado por la personalidad que me he forjado, golpe a golpe como se moldea el hierro hirviente en la fragua siempre encendida del Amor...), ha puesto a mi alcance premonitoriamente un Madero Redentor, que al fin fue mi salvación, porque yo remo y arremeto sin miedo mar adentro, porque esa forma de vivir está en mí, y hubo veces en mi pasado que no medí el riesgo de que una circunstancia extrema me pudiera engullir en un naufragio, y allí providencialmente, Ella me rescató...

También me fortaleció, para que yo me expresara con coraje, cuando me estafaron la vocación que fue soñada desde mi niñez, cuando me hizo reaccionar al tomar distancia de escenarios que años después podrían haber puesto en riesgo la continuidad de mi caminar, larga historia ya contada en mis libros, como también haber registrado que fue por obra y gracia de la Providencia que yo me encontrara con Alma sin buscarla..., y que ella sin proponérselo, haya sido presencia y factor primordial en mi largo proceso de conversión... 

No me queda otra cosa que dar Gracias desde el fondo de mi alma, porque es mucho más lo que se me ha dado, que cuanto yo he podido dar...

Pero no cejaré en mi empeño, intentando que lo mejor de mí, lo pueda lograr en el mañana de mis días, dado que tengo asumido, más allá de mis fragilidades y mis pecados, que no he de defraudar a quienes me lo han dado todo, ni tampoco quedarme en la insensatez de defraudarme al quedar en la mera retórica que es como recitar la Fe, pero en los hechos olvidarme de cuanto proclamo en esta existencia temporal y efímera, cuando paso a paso he de intentar aproximarme a mi destino, sin apartarme de quien por el sendero va adelante guiándonos para que alcancemos el renacer a conquistar, en la plenitud de la gloria,  que es la vida nueva en la eternidad...

Para mis seres queridos (familia y amigos del alma) todo mi fervor, todo mi amor, así como también a cuantos me han honrado deteniéndose en mí , tantos que a muchos ni siquiera conozco, que sin saberlo me han dado fuerzas y motivos más que suficientes para mover la pesada losa que me permita abandonar las tinieblas donde por lo general se refugian quienes han llegado al último suspiro, que no es el fin de esta vida, sino el paso trascendente de volver al resplandor de la nueva existencia que yo me esmero en conquistar...

Allá aquellos que por sus ideas, pero mucho más por su obrar en derivas políticas sin norte adecuado, como también por conductas que nada bueno le aportan a la Democracia, sin olvidar a tantos que con su desenfrenado, sin alma, y propósitos erráticos (por odios, rencores, ideologías o fundamentalismos), no llegan a comprender que día tras día, están cavando profundo su propio sepulcro..., para que una pesada losa los cubra también con los olvidos humanos..., que son los que en definitiva matan todo recuerdo, más allá que el Creador con su infinita misericordia espere el momento de perdonarlos..., otra lección suprema de Amor, incomprensible para tantos, de aprender a perdonar y llegar a amar a nuestros enemigos, a quienes nos hacen daño...

¿Qué estarás pensando, padre mío en la dimensión que te encuentres en las infinitas parcelas del cielo, que tu hijo, yo, iba a llegar a aceptar este nivel de pensamientos, con cuanto al contrario me habías inculcado desde niño?

Yo mismo lo contesto en tu nombre y por ti, padre mío. 

Ha sido posible, porque llegué a comprender ya con muchos años de vida (con casi sesenta y cinco años), que tu obrar, tu culto al Amor, tu generosidad, tus sacrificios, aunque no te arrodillaras nunca ante el altar al que desde hace más de veinte años yo me arrodillo), yo llegaría a darme cuenta que fueron los sufrimientos que soportaste en plena juventud los que te condujeron (por dos tragedias sucesivas: la prematura muerte de mi madre enferma un día, y al día siguiente la de tu padre, mi abuelo al enterarse), a considerar al pie de la letra lo que mi madre dijo instantes antes de morir:"ya no hay Dios para mí".

Palabras que pronunció ahogada de sufrimiento por la tuberculosis que se la llevó, lo que te perturbó, padre del tal modo, al extremo de sentir que si no había Dios para ella (ferviente alma cristiana), tampoco lo habría para ti ni para mí, como me lo inculcaste, sin saber entonces el poder inmenso de la Providencia, al manifestarse en mi vida, y también en la tuya, porque estoy seguro que te ha situado donde estás, esperándome para el reencuentro definitivo, frente a la plenitud de la luz del Salvador de la especie...







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