jueves, 7 de mayo de 2020

Un sabor amargo que no puedo ocultar...

Me dejó un sabor amargo, casi dramático, la última sesión parlamentaria, en la que se le aprobó al gobierno de España, una nueva prórroga del estado de alarma.

Y no es la primera vez que me ocurre, ante las posturas que percibo en algunos parlamentarios, que exhiben en unos casos que les queda demasiado grande la representación que ostentan legítimamente porque los han votado, pero que no ocultan su bajo nivel de "aprendices todavía" sin la altura de las tradiciones de ese recinto de las Cortes de Diputados que custodia valores que deberían perdurar y que empañan con sus apariciones igualando hacia abajo y no elevándose en reciprocidad a la confianza que les han otorgado como servidores que deben ser, arrogarse atributos que no tienen.

Sin generalizar, porque sería una imprudencia hacia otros parlamentarios, que hasta en su imagen exterior, su gestualidad y su equilibrio respetuoso, y sus contenidos conceptuales, dan testimonios de lo que en realidad deben ser...

Están también los que se esconden tras su nivel intelectual y subida oratoria, pero que en realidad ocultan sus verdaderos propósitos, sus ideologías, al servicio de sus ambiciones personales, porque no han podido negar ni demostrar que representan corrientes de pensamiento que por un lado no han prosperado en favor de los más donde históricamente se han manifestado. mantienen con sus silencios contactos con dictaduras que no han negado.

Alientan además separatismos y violencias, y tratan o han tratado de imponer sus ideas con herederos de procedimientos etarras, como también, se vinculan con quienes han arremetido contra la concordia que fue posible en los últimos decenios, llevándose por delante la Constitución y las Leyes, desconociendo las Sentencias de los Tribunales, la unidad de España, creando conflictos en la convivencia, en la economía, y todavía, considerándose "salvadores" que amenazan e insultan a España y a todos los españoles...

Pueden tener sus ideas, que no discuto, pero no imponerlas con las formas de llevarlas a cabo, que de ningún modo pueden ser reconocidas..., y que incluso han originado gente en prisión ya con condenas en firme, y en otros casos fugados de la Justicia.

¿Cómo no voy a sentir un sabor amargo? 

Si también el actual timonel del gobierno sigue manteniendo posturas soberbias, manifestando un magisterio que le queda muy grande, brindando consejos que nadie le pide ni recibe de sus adversarios políticos.

Porque está al mando de un timón legítimo en su forma, pero en mi concepto no en su fondo conceptual, dado que no ha sido autorizado expresamente por sus votantes para coaligarse con quienes lo ha hecho, ni para llevar adelante una conducción por la que estaba ya cuasi acorralado incluso antes de la llegada del drama de la pandemia.

Pero que ahora con ese tsunami que se le vino encima, lo veo más  perturbado, tenso, esforzado en sacar de sí todo recurso para no arriesgar un sillón de mando, el de la Moncloa, por el que ha demostrado estar dispuesto no sólo a lograrlo sino "a mantenerlo de cualquier modo"... 

Pero no es tonto, lo demuestra su trayectoria, para que alguien lo haya calificado como "político roca", y claro que lo es, porque no se dobla fácilmente, aguanta los conceptos que lo descalifican por sus errores y mentiras, y saca a relucir recursos que contienen una aparente calma, cuando desde la tribuna se atreve a adoptar planteos, que son verdadera disyuntiva como: "mantener el estado de alarma o el caos "; "quienes no aprueben ese estado que es la única solución, son unos irresponsables"; "de mí pueden decir cualquier cosa, no me interesa, pero no dañen a España"; cuando en realidad se niega a aceptar, cuando le dicen:"el problema de España, no es el coronavirus detrás del que usted se escuda, el problema es justamente usted"; "y no es de ahora, ya lo era antes de la pandemia".

Sabor amargo, porque con ese tsunami, también se nos vienen encima graves consecuencias, que sin duda, nos llevarán a replantearnos muchas cosas, para superar también otros dramas de este mundo enfermo, contagiado por otros virus que nos han enfermado y contagiado el escenario de aquí, y de allá, porque han cobrado dimensión planetaria...

Un sabor amargo que no puedo ni debo ocultar....

Pero también una esperanza que no he de abandonar, en la confianza de que al fin, el "hombre nuevo" renazca y barra de la faz de la tierra, todas las tinieblas que contagian el convivir...


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