miércoles, 1 de abril de 2020

NO DEJARÉ NUNCA DE REMAR MAR ADENTRO...

Desde siempre, tengo plena conciencia y determinación, de no malgastar ni un minuto de mi existencia dedicada a las quejas, porque es un intento inconducente que no aporta absolutamente nada, dado que consume momentos que no utilizamos como es debido, es decir, a construir lo nuevo, a afirmar nuestras esperanzas, a reflexionar honestamente con todo aquello que no he logrado todavía, al sentir que lo mejor de mí, es un objetivo que mantengo pendiente, por el que estoy dispuesto a renunciar en ninguna circunstancia, por este empecinamiento que vive en mí de buscar un resplandor restaurador en horizontes nuevos...

En cada presente de mi ya larga vida, lo he intentado de las formas más diversas, al someterme con rigor a lo que me dicta mi conciencia, considerando que siempre es posible elevarnos un poco más, sin conformarnos nunca, ante la imprescindible necesidad de amar lo que no he amado; de dar lo que todavía no he dado; de agradecer en cada amanecer lo que se me ha permitido ser y hacer; de aprender de los que más saben; de pedir perdón por mis errores; de perdonar lo que no he perdonado suficientemente; de mantener latente en mi corazón y mi razón, la sublime alianza que la Providencia hizo con mis padres para regalarme la maravilla de la vida; y en mi caso..., la premonitoria y oportuna presencia superior que al fin fue mi salvación (que ya he relatado más de una vez en mis aportes escritos), al orientarme a tomar decisiones en más de un trance muy  difícil y extremo de mi existencia...

¿Cómo entonces no dar gracias mientras un suspiro permanezca en mí?

¿De qué me puedo quejar si lo tengo todo en mis seres más queridos, en mis amigos del alma, y en la gente de aquí y de allá que, cruzando fronteras, me han honrado con su cariño y reconocimientos por mis humildes aportes?

Seré deudor mientras viva por todo cuanto me han dado, y no me alcanzará la existencia para devolver con frutos los "momentos" de felicidad recibidos, como verdadero anticipo en esta existencia temporal y efímera, de lo que será la gloria eterna hacia la que intento como puedo desde mi sencillez, aproximarme sin desmayos como destino de mis sueños...

Por eso no dejaré nunca de remar mar adentro en mi frágil barcarola, frente al mar embravecido, que me quiera engullir en un naufragio, seguro y confiado en que siempre aparecerá a mi alcance un Madero Salvador, o en empinados repechos con viento en contra, en pos de mis propósitos por elevarme o levantar vuelo...

En este tiempo muy duro, tenemos la oportunidad de aprovechar el encierro obligado para mirarnos en lo profundo, y reflexionar cómo podemos desde nuestras trincheras, arrodillarnos más ante el altar del AMOR,  A COMUNICARNOS MÁS CON NUESTRO MODELO REDENTOR, A OFRECER NUESTRAS VIDAS PENSANDO MÁS EN NUESTROS SEMEJANTES QUE EN NOSOTROS MISMOS, LAMENTANDO QUE HAYA  QUIENES, EQUIVOCADOS HAN CLAUDICADO AL CAMINAR POR SENDEROS SIN DESTINO HIRIENDO EL FRATERNO CONVIVIR, Y OLVIDANDO QUE DEBERÁN DAR CUENTA DE ELLO AL SUPREMO TRIBUNAL QUE LOS JUZGARÁ AL ATARDECER DE SUS VIDAS...





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