Cuando la ambición te ciega, ingresas en las sombras tóxicas de la supremacía del "yo", y caes en un abismo sin retorno, indiferente al "nosotros", que es lo que más te debería importar...
Pero claro, si las vestiduras de la dignidad y la grandeza, le quedan demasiado grandes a tu mediocridad, no puede sorprender a nadie que caigas en canjes mezquinos, aunque por fuera te esmeres en aparentar lo que no tienes por dentro...
Nunca más certero aquello de "al que le caiga el sayo que se lo ponga...", y con más rigor todavía si no se lo pone, y al final del camino, por tus actos, deberás pagar por esas insensateces que constantemente te llevan a tomar distancia de la Verdad siempre subyacente.
Una Verdad que tarde o temprano, y por siempre, asomará con su resplandor sobre las sombras tóxicas, para ahuyentarlas favoreciendo horizontes nuevos, en los cuales se pueda visualizar a los más, a los más olvidados, a los que más tienen que convocarte, en lugar de la ciega ambición que te ha cegado...
Y lo haces, por aferrarte a tus caprichos insensatos, negándote el coraje y la grandeza de despejar el camino, y apartarte, dando un paso al costado...
Una Verdad que tarde o temprano, y por siempre, asomará con su resplandor sobre las sombras tóxicas, para ahuyentarlas favoreciendo horizontes nuevos, en los cuales se pueda visualizar a los más, a los más olvidados, a los que más tienen que convocarte, en lugar de la ciega ambición que te ha cegado...
Y lo haces, por aferrarte a tus caprichos insensatos, negándote el coraje y la grandeza de despejar el camino, y apartarte, dando un paso al costado...
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