Siempre he tenido singular fascinación por seguir los acontecimientos que la realidad me muestre en el mapa del mundo.
Y hasta lo que me ha permitido mi sencillez, aplicar lo aprendido para emitir opiniones sin ambigüedades, sin ningún sesgo que no concuerde con mis valores, y la común unión que necesito mantener y proyectar con coraje y sin temores, sobre lo que más me convoca que es el "nosotros", sin que el "yo" jamás me condicione ni me confunda...
A mí me formaron en ese signo desde temprana edad, y yo como pude, ingresé voluntariamente para que además, el alfarero del amor golpe a golpe en el yunque, me forjara como le da forma al hierro herviente, en la fragua siempre encendida, en medio del chisperío de la Verdad que nos oxigena el alma...
Por eso es que la mentira, la mezquindad, la soberbia, la hipocresía, las desmedidas ambiciones, las ideologías del odio, la violencia, los fundamentalismos, y otras maldades que los hombres (tantos que no son pocos), han permitido que se alojaran en sus corazones, claudicando ante el imperio de sus insensateces y tentaciones...
Ello me ha conducido "a subir al ring de la vida", "a cavar trincheras", "a utilizar tribunas", "a escribir sin poderme detener", para que desde esos espacios pueda luchar sin desmayos por las certezas que fluyen de mis entrañas, y que reclamo para mis semejantes primordialmente, denunciando todo cuanto atente contra la dignidad del hombre, darle voz a los silenciados por las mordazas del miedo, ocupar un lugar como un simple soldado peregrino en el ejército de salvación de la especie humana y el medio ambiente que nos cobija, de modo de vivir la vida con un verdadero sentido, para no pasar por la existencia solamente para la poquedad del mero subsistir...
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