martes, 29 de enero de 2019

CUANDO SE LLEGA AL LÍMITE...

En el transcurrir de la vida, nos enfrentamos siempre a una sucesión de duras pruebas.

He vivido enfrentándolas, trepando duros y empinados repechos, siempre poniéndole pecho al viento en contra sin desfallecer ante los obstáculos que han pretendido detener mi caminar..., y que tanto me han exigido.

Pero constantemente he sentido que avanzo, paso a paso aproximándome hacia el destino de mis sueños, hacia la Verdad que nos subyace, porque hay un resplandor que me ilumina por dentro, que multiplica mi fe y mis intentos, ahuyentando las sombras...

Y "yo en las sombras camino muy lento..."

Vivo dando gracias a Dios en cada aurora, porque me ha enseñado a no doblegarme jamás, incluso en situaciones ante las que se llega al límite...

Llegando a esas circunstancias, y lo he constatado en varias oportunidades, es cuando más surge de mis entrañas la entereza, el coraje, la actitud que incluso me ha sorprendido a mí, la convicción sobre humana y que en algún caso me expuso ante una extrema gravedad que viví, y pudo llegar a ser (como lo consideré después), de una temeridad sin sentido...

Fue como la irrupción de un estado del alma que va más allá de la prudencia, como algo involuntario que en ese caso citado, me llevó a manifestar una postura impensada, de la que gracias a Dios, hoy lo puedo compartir y reiterar...

Estoy convencido que cuando se llega al límite, se hace presente la Providencia que nos subyace. y en la extrema disyuntiva, es cuando suele definirse realmente que el individuo no es más que un medio por el cual se expresa en nosotros, la divina ventura del amor...

Y entonces, cómo no proclamar las esperanzas, si es cuando más me aferro a la fe, más me orientan mis ansiedades, más me afirmo para no perturbarme, buscando sin cesar horizontes sin sombras, ante la búsqueda empecinada de concretar mis sueños..., sin apartarme nunca de mi humilde sencillez...

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