Siempre he sentido que el mejor regalo que yo pueda tener, es la alegría de los míos, palpar la paz espiritual y el sosiego que muchas veces, porque así es la vida cuando nos carga el peso de sus circunstancias, se merecen pero no todos alcanzan en plenitud...
Y hoy, cuando están a punto de despertar, espero ansioso la alegría de mis nietos que ayer vivieron con notoria celeridad, las ansiedades de sus fantasías por esa llegada de los Reyes Magos que los embargaba de emoción, haciéndome el inmenso regalo de disputarse a mi esposa, su abuelita, apretujada entre sus brazos, mimándola, besándola, mientras esperaban la llegada de sus padres que atendían sus obligaciones cotidianas y algunas contingentes que son las que se presentan, pero no se esperan...
Pero lo esencial, es que vivirán una ilusión que no debería perderse con el paso indetenible del transcurrir, dada la importancia de esta etapa de la niñez, que es la que los preparará para un mañana que deberán enfrentar repletos de riquezas y valores, desde la inocencias que hoy son esenciales en sus almas..., y que en el futuro de sus días les exigirán fortalezas interiores en las complejas realidades que deberán enfrentar.
Están viviendo hoy estos momentos de felicidad, desde la plataforma de lanzamiento de la que partirán entrenando previamente sus alas, para el vuelo cuya altura dependerá después de ellos mismos, porque sus padres tensaron el arco del amor en alianza con la Providencia para lanzar las flechas de sus vidas, pero a ellos les corresponderá el sustento de sus vuelos, mantenerlos y orientarlos al buscar horizontes nuevos, hacia los resplandores que los guíen para no tener que aterrizar nunca ni claudicar bajo las sombras de los desvíos, o quedar a merced de algún naufragio que los pueda estar esperando si no están atentos para esquivar las trampas que deberán sortear sin inocencias...
Las fantasías de hoy y los sueños del mañana, serán en definitiva, los rumbos por los que deberán optar para que sus vidas tengan verdadero sentido, si es que no se apartan de los senderos del amor, al conjugar el verbo "amar" en cada presente de la existencia, para conquistar un más allá, pleno, sin sombras, sin naufragios, sin trampas, donde ni las esperanzas serán ya necesarias...
Ese será el mejor regalo que puedan hacerme los Reyes Magos, conservar el alma de niño que está instalada en mí, que oxigena nuestra existencia, porque ellos, mis nietos, sin saberlo, nos inyectan vida nueva, renovada, en cada amanecer...
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