La mentira es como una máscara que al fin siempre se desprende, se cae, aniquilada por la Verdad que siempre surge imponiendo su presencia...
El hombre por lo general, primero se miente, para luego mentir, pero no puede imponer su falsedad a todos, todo el tiempo.
Puede comenzar sus desvíos con apariencias, con cínica hipocresía que comúnmente disfraza subestimando a los demás, utilizando un decir encubridor de sus actos nada santos.
Puede continuar pretendiendo "tapar" con una placa de mezcla sin dureza para persistir, que nunca lograría ocultar lo perdurable, como le ocurrió al poderoso emperador que apostó a figurar alcanzando la posteridad sin merecerlo, sin saber que su falsedad un día se vería descubierta para que apareciera el verdadero artífice con su nombre en la "pampa de granito"...
Los mentirosos son capaces de intentar las más salvajes formas de engaño y simulación, con tal de calmar la mezquindad y la maldad con la que desprecian a sus semejantes, confundiéndolos, explotándolos para sus más ruines propósitos...
Nada los frena, actúan con la impiedad de los violadores que destrozan la vida de niños, explotan a los seres que caen en sus redes de prostitución, no dudan en quitarles la vida cuando los descubren o se resisten, no tienen límites sus ambiciones corruptas, sus andanzas por los callejones más oscuros donde desatan sus miserias...
Pero siempre habrá alguien, o aparecerá algo que los ponga en descubierto, les arrancará la careta, para ponerle un fin a sus fechorías sin importar el tiempo que haya pasado, para que a esos delincuentes se les corte la impunidad, y dejen de lanzar los venenos con los cuales han manipulado su perversidad, esos cobardes que no merecen luego, ser amparados por las normas protectoras que ellos siempre le han negado a sus víctimas desde sus hielos interiores, poniéndoles un fin a los impostores...
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